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Crisis y fragilidad democrática

Avatar del Gaitán Villavicencio

Ecuador se encuentra en una situación crítica, como lo demuestran indicadores macroeconómicos y sociales oficiales y los producidos por organismos internacionales y multilaterales, que comparativamente son los más confiables y permiten construir un relato acertado de diagnóstico, como una prognosis y sus tendencias, destacándose que si no se realizan cambios y toman medidas beneficiosas para los numerosos afectados por las crisis económica, sanitaria y política, vigentes asimétricamente desde la global de 2008 y la pandémica, el contexto multicrisis puede perennizarse por muy largo plazo, como sucede en países de la región, como Chile y Colombia, donde líderes políticos y sociales plantean la necesidad de un desarrollo alternativo para cambiar la realidad social, frente a la profundización de desigualdades y pobreza extrema.

En nuestra coyuntura se necesita que el régimen de Lasso ponga realmente en práctica su eslogan de “gobierno del encuentro”, con convenientes propuestas para todos, sin exclusión; que traslade a la economía los impactos logrados por la vacunación. Que flexibilice y modifique sus planteamientos neoliberales, fracasados y desfasados mundialmente, como le asesoran Osvaldo Hurtado, Dahik y otros “académicos”. Modifique una mentalidad estrecha y discriminadora de banquero por una amplia, generosa y convocante de estadista. Ojalá lo logre por el bien del país.

La fragmentación e inercia pendenciera parlamentaria es resultado de la crisis del sistema de partidos políticos, históricamente fraguados solo en momentos electorales y siempre actuando como tiendas, con baratillo de ofertas y haciendo gala de clientelismo que beneficia preferentemente al dueño del negocio y asociados, rehuyendo al debate de altura. Las circunstancias actuales exigen que los partidos y sus asambleístas concreten leyes y acuerdos con las otras funciones del Estado para superar las crisis que nos afectan. No olvidar que los partidos, a través de sus representantes, son los transmisores de las demandas sociales al Estado, por el bien común y la democracia.