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El clima: instrumento bélico brutal

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Dos siglos después, Putin expresa esta misma obsesión, que configura tanto su retórica como su acción política”.

Según la historia, en dos ocasiones errores estratégicos y el frío siberiano hicieron que fracasen invasiones imperiales a la Santa Rusia: la napoleónica de junio de 1812 -con la estrategia zarista de “tierra arrasada” y la quema de Moscú abandonado- y la nazis-hitleriana de junio de 1941-, la operación Barbarroja a la URSS. La brutalidad nazi provocó una reacción de patriotismo y sobrevivencia; sus secuelas fueron 20 millones de muertos y la derrota del Tercer Reich. Actualmente, el imperialismo ruso comandado por el tecno-autoritarismo de Putin ha recurrido al invierno siberiano para menguar y aniquilar la identidad ucraniana que ya lo combate por nueve meses. Revisemos esta lectura invertida de la historia de un trasnochado nacionalista y neozarista líder. Con bombardeos de cohetes de alta precisión, incluso retirando sus tropas invasoras, Putin y su oligarquía empresarial piensan que destruyendo infraestructura de generación de energía eléctrica, abastecimiento de gas y suministro de agua potable a la población civil, trayendo con ello más muerte, devastación y sufrimiento, la temporada siberiana provocará el dilema colectivo de congelarse o desplazarse y, por ende, rendirse. Según la politóloga Hanna Perekhoda, rusa parlante del Dombás, “para Putin, los ucranianos y los rusos son ‘uno y el mismo pueblo’, mientras que la identidad nacional ucraniana diferenciada de la rusa es el resultado de una conspiración tramada por aquellos que quieren debilitar a Rusia. Las élites zaristas también creían que las potencias rivales alimentaban el sentimiento nacional ucraniano para debilitar a Rusia. Dos siglos después, Putin expresa esta misma obsesión, que configura tanto su retórica como su acción política”. Ante ello, la guerra continuará pues la aplicación de las salidas planteadas desde EE. UU., ONU o UE -llevar a Rusia ante tribunales internacionales o especiales, o emplear los activos congelados del Estado ruso y/o de los oligarcas en la reconstrucción de Ucrania (la destrucción se calcula en $ 600 billones)- es difícil y compleja de ejecutar legalmente; solo queda un acuerdo de paz que no se avizora en el horizonte.