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El Infierno: ¿preferible al Paraíso?

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“¿De dónde tomó Dante su inspiración para el Infierno? Fue de este, el mundo real, e imaginó un Infierno muy apropiado… cuando fue de describir el Paraíso y sus placeres celestiales, tuvo dificultades insuperables para hacerlo’.

Arthur Schopenhauer (1788-1860) fue un notable filósofo alemán, citado en un interesante artículo de Tim Brinkhot (www.bigthink.com) cuyo sugestivo título es El Infierno de Dante es mucho más popular que el Paraíso: ¿qué revela esa preferencia acerca de nosotros? Schopenhauer pregunta y a paso seguido contesta: “¿De dónde tomó Dante su inspiración para el Infierno? Fue de este, el mundo real, e imaginó un Infierno muy apropiado. En cambio, cuando fue de describir el Paraíso y sus placeres celestiales, tuvo dificultades insuperables para hacerlo, pues este mundo no contiene los materiales requeridos para describir aquello”. El filósofo es conocido por su negativa y pesimista visión de la naturaleza humana, pero, ¿está equivocado?

Dante, efectivamente, pinta sus nueve círculos con escenas de espanto, sometiendo a los condenados a penas bárbaras y recurrentes, reservando el noveno círculo para los traidores, atrapados no en las llamas tradicionales sino en un lago de lágrimas congeladas donde el demonio de las tres cabezas consume los cuerpos de Judas, Bruto y Casio. El Infierno es la imagen de la envidia, el fraude, la violencia, la lujuria y la avaricia, entre otros pecados capitales a los cuales nos vemos expuestos en medios de toda índole, y en los videos, comentarios y fotos de las redes.

El escándalo vende, más aún ¡cuando el producto es el usuario! Es el caso de Facebook, un leviatán tecnológico que reúne casi a tres mil millones de usuarios, según lo ha denunciado Frances Haugen, antigua colaboradora de la empresa. La denuncia ha generado los hoy denominados Facebook Papers, los cuales ponen en evidencia el apetito insaciable por el dinero y el poder a como dé lugar. Con conocimiento de causa, añade Haugen, se ha diseñado algoritmos que dan cabida a la violencia, posibilitando que se sostengan diálogos sobre tráfico humano en la plataforma, y que los extremistas y fabricantes de toda suerte de conspiraciones tengan tribuna para sus mensajes de odio y fundamentalismo. El modelo de negocios de la red, lo reitero, no tiene que ver con la venta de espacios publicitarios en el medio; la plataforma vende información que permite dirigir publicidad diseñada para específicos grupos de usuarios, incluyendo los malhechores que la usan como medio de diseminación de información y propaganda.

Tan alrevesados están los valores que, en la discusión del momento, el paraíso fiscal es el lugar de las penas y el infierno es el sitio de los justos. Toda la tradición liberal que arranca desde Locke y que propone los derechos “a la vida, la libertad y la propiedad” está inerte. No es cuestión de defender lo mal habido, sino de consagrar, con fuerza, la integridad de la persona para ser dueña de su existencia, vivir en libertad y tener acceso exclusivo a lo que es suyo. Para completar el elenco, son los que no contribuyen quienes se erigen en jueces implacables de la Ética. ¡Los sepulcros blanqueados de Mateo (23:27-32) se quedan cortos ante tamaña hipocresía!

Desde el momento en que se fractura el imperio de la ley, se desmorona la democracia, y se pierde la libertad de intercambio, nos alejamos de la convivencia civilizada. ¡Y no hay Dante que nos lo advierta!