Economía de primer grado
Es inaceptable para los ecuatorianos que haya debido pasar todo un gobierno para percatarnos de que sí hay soluciones.
La aritmética económica es como la de cualquier hogar: si ha perdido recursos, debe hallar la manera de recuperarlos. Traducido esto a la macroeconomía, los esfuerzos deben apuntar a tener una noción clara del problema y a la búsqueda de soluciones. Preguntas referentes al tamaño, a la distribución, a las opciones existentes y al tiempo que tomarán las soluciones son todas relevantes, pues no se trata de echarle dinero a los problemas ya que con esta forma de pensar y actuar, cualquier iniciativa caerá en saco roto.
En el presente ejercicio las mejores estimaciones son de una brecha de recursos del gobierno de $15.000 millones y pérdidas del sector privado por $7.000 millones, con la pérdida de 500.000 plazas de trabajo. El déficit presupuestario solo puede cubrirse en un determinado número de años con una combinación de economías en el gasto (reducción del tamaño del Estado), manejo apto del crédito público y un régimen tributario que optimice sus recaudaciones (que no es lo mismo, y se contrapone con, la simple subida de impuestos propuesta por Moreno). En cuanto a las pérdidas de la producción, estas se curan, asimismo en el tiempo, con la dotación de crédito, reestructuración de pasivos, restauración del empleo y del consumo, y, por sobre todo, con el ejercicio pleno de la libertad de los actores económicos para intercambiar los bienes y servicios ofertados con los requerimientos de los consumidores.
El Gobierno puede bajar su brecha de recursos y dispone de un menú de opciones. Tiene que llevar a cabo la refinanciación de la deuda de suerte tal que esos pagos puedan ahorrar intereses y capital por aproximadamente unos $10.000 millones a lo largo de la década. Debe salir del negocio de los combustibles y ahorrar $2.000 millones anuales; bajar, además, la planilla laboral en $2.500 millones, valor alcanzable dada la estructura del empleo público. El fracasado Estado empresario tiene que liquidar las empresas públicas (EP) inviables que perdieron su patrimonio o son inservibles; contar con una nueva ley de EP y concesionar la administración de aquellas que le producen pérdida de caja al presupuesto, emitir acciones cotizables que le permitan levantar recursos con el público y recibir dividendos; puede titularizar cuentas por cobrar por potencia hidroeléctrica generada y levantar $5.000 millones en los próximos cinco años sin afectar los costos operativos y asegurar la provisión confiable de electricidad; vender el Banco del Pacífico en buenas condiciones para restituirle al Banco Central lo que es suyo y este, a su vez, reforzar la reserva monetaria. Puede reorientar los créditos existentes y alimentar uno o más fondos de redescuento de por lo menos $3.000 millones para las pequeñas y medianas empresas. Finalmente, requiere obtener recursos adicionales de las instituciones multilaterales en los mejores términos y mínimo de condiciones atrabiliarias, reduciendo toda dependencia con los créditos chinos amarrados y caros.
Lo que es inaceptable para los ecuatorianos es que haya debido pasar todo un gobierno para percatarnos de que sí hay soluciones y pueden darse para salir del laberinto donde la estulticia y la corrupción nos han colocado.