Premium

Francisco Rosales Ramos | Estado constitucional de derechos

Avatar del Francisco Rosales Ramos

El Estado carece de los ilimitados recursos necesarios para crear la felicidad en la tierra

Según la Constitución vigente, Ecuador no es un Estado de derecho, es decir que toda su estructura y vida ciudadana se sujetan a las normas legales y no a la voluntad del gobernante, sino que se ha constituido para otorgar y reconocer derechos a quienes habitan en su territorio.

Así el artículo 3 dispone que son deberes primordiales del Estado: “garantizar el efectivo goce de los derechos establecidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales, en particular la educación, la salud, la alimentación, la seguridad social y el agua para sus habitantes”. Y en los siguientes 80 artículos se detallan todos los derechos cuyo disfrute garantiza el Estado a nacionales y extranjeros.

El artículo 98 de la constitución dispone que “Los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a acciones del poder público [ ] que vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales, y demandar el reconocimiento de nuevos derechos”. Entones, cada quien, según su libre entendimiento, puede oponerse y dejar de cumplir cualquier orden del poder público que considere que vulnera o -peor aún- que pueda llegar a vulnerar sus derechos. Así de simple, sin que un juez constitucional declare previamente la inconstitucionalidad actual o potencial del acto. Es la antesala de la anarquía.

Más allá de las consecuencias que en la vida real tendría la aplicación estricta de estas normas, habrá que reconocer que más bien son efluvios de una noche de bohemia que no se cumplen ni se pueden cumplir porque el Estado carece de los ilimitados recursos necesarios para crear la felicidad en la tierra.

Ni aún los países de mejor calidad de vida han logrado que todos sus habitantes tengan asegurada una alimentación de primera calidad, una educación óptima, un servicio de salud excelente, un medio ambiente limpio y libre de contaminantes y un largo etcétera, según disponen 80 artículos de la Constitución de Montecristi.

Es hora de menos poesía barata y más respeto a la ley.