Premium

Francisco Rosales Ramos: Constitución ilegítima

Avatar del Francisco Rosales Ramos

Varios exasambleístas han asegurado que numerosos artículos nunca fueron discutidos, menos aprobados en Montecristi

Los ciudadanos que aprobaron la constitución de Montecristi en el referendo de 28 de septiembre de 2008 fueron víctimas de un engaño mayúsculo, puesto que el texto sometido a su consideración fue adulterado frente al que se aprobó en la Asamblea.

Varios exasambleístas han asegurado que numerosos artículos nunca fueron discutidos, menos aprobados en Montecristi.

León Roldós, que fue asambleísta destacado, denunció ante la Fiscalía el delito y pidió que se investigue la adulteración de textos y se establezcan las responsabilidades correspondientes.

Como era de esperarse, la Fiscalía, dependiente, entonces, del capo de los 10 años, nunca tramitó la denuncia porque a la RC no le convenía que se revele la realidad de una constitución que otorga superpoderes al presidente de la República y que, según repetía Correa, era para 300 años.

La verdad es que ese bodrio de 444 artículos, 30 disposiciones transitorias y 30 artículos del Régimen Transitorio ha sido y es uno de los obstáculos más poderosos para el desarrollo del país.

Su tinte estatista, la creación de cinco poderes en lugar de los tres propios de las democracias occidentales, el enredo orgánico con instituciones tan perversas como el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y el sistema de reformas diseñado para que sea casi imposible ajustarla a las necesidades cambiantes de la nación sin recurrir a la aventura de una Asamblea Constituyente, exigen encontrar una solución para echarla abajo mediante el voto directo de los ciudadanos.

“La soberanía radica en el pueblo cuya voluntad es el fundamento de la autoridad…”.

Y simultáneamente adoptar una carta política sensata, que prevea la alternancia de gobiernos de distinto sesgo ideológico.

La actual, que es una constitución diseñada por profesores españoles de extrema izquierda, adulterada por el mandamás de la década perdida, no puede impedir que los ciudadanos decidan su futuro.