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Del subdesarrollo mental al político

Avatar del Francisco Huerta

...intentar construir el futuro deseado pasa por una imperativa reforma al denominado Código de la Democracia y una nueva manera de integrar al Consejo Nacional Electoral’.

Fácil debería resultar colegir que solamente con un gran conglomerado de mentes lúcidas, debidamente preparadas y con talante democrático, será posible avanzar por la vía del progreso de todos. Fácil también asumir que nuestro subdesarrollo biológico es un factor negativo que actúa como lastre en los impulsos por superar los males del presente, algunos de nueva data, otros de antiguo origen.

Sin embargo, en la vida política, circo de vanidades, las críticas a la condición de la sociedad se perciben como ataques personales y se rechazan a priori.

Convertidos en clubes electorales, destinados sobre todo a conseguir una participación significativa en el presupuesto nacional, los partidos políticos han devenido en agentes para el enriquecimiento rápido de quienes los dirigen y sus allegados más cercanos, de todos modos sujetos estos últimos a la posibilidad de que les extraigan parte de sus sueldos.

Por supuesto, y me anticipo en reconocerlo, lo antes señalado tiene excepciones que confirman la regla, pero su voz se pierde en el barullo necesario que arman los que tienen glosas en la Contraloría, los que no pagan impuestos a la renta, los que son sospechosos de estar vinculados a mafias político-delincuenciales.

Resulta realmente increíble que con un panorama como el descrito, y en el marco de una inaceptable proliferación de partidos y movimientos políticos, el Estado mantenga partidas para financiarlos, sin que poco se lleven las correspondientes auditorías para conocer si su uso estuvo o no vinculado al propósito de la asignación.

Así, intentar construir el futuro deseado pasa por una imperativa reforma al denominado Código de la Democracia y una nueva manera de integrar al Consejo Nacional Electoral. Allí, tal cual en las propuestas de candidatos, deben primar los hombres probos, los notables y no únicamente los notorios, los escogidos de las filas del deporte o los aportados por la farándula.

En definitiva, el esfuerzo político tiene que ir por la vía de la construcción de ciudadanos, superando la sosa condición de ser únicamente habitantes con cédula.