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El Instituto y el señor vicepresidente

Avatar del Francisco Huerta

Ojalá el vicepresidente Borrero regrese de los Estados Unidos con la buena noticia de contar con la asesoría del Instituto Nacional de Salud de ese país

Bien se sabe: cuando en Guayaquil hablamos del Instituto nos referimos al Izquieta Pérez.

El tema viene de nuevo a cuento con motivo del viaje presidencial a China y la posibilidad de fabricar vacunas en el Ecuador. En entrevista de hace pocos días en Radio Centro, le preguntaron al señor vicepresidente Borrero sobre cómo avanzaba el prometido retorno del INH a Guayaquil y él contestó que estaba en espera de un documento de análisis de la situación que preparaba un grupo de ciudadanos guayaquileños, entre los que se encontraba "el doctor Francisco Huerta, por decir algo, entre los más conocidos".

Agradeciendo al señor vicepresidente que me determine como conocido ciudadano (me hubiese agradado más una mención como ciudadano conocido) y lamentando tener que usar esta columna de opinión para tratar un tema que puede lucir como personal, tengo que comentarle a la opinión pública y a él, que el "plan" preparado por un grupo de exministros de Salud, exdirectores del Instituto y otros distinguidos profesionales fue entregado en la Vicepresidencia de la República el 29 de setiembre del año pasado y tenemos el recibido correspondiente.

Como hasta ahora no habíamos recibido ninguna respuesta, el día 8 del presente mes de febrero le enviamos una copia de la comunicación al señor presidente Lasso. Pero en lo de fondo, teniendo el propósito común de retornar al INH a la ciudad donde se fundó, ojalá el señor vicepresidente recupere el documento en mención o, de no ser así, lea la copia que le estamos remitiendo antes de su viaje a los Estados Unidos, donde sería trascendente lograr la cooperación de los Institutos Nacionales de Salud, organización emblemática de reconocimiento mundial, en el cuidado de la salud.

Precisamente, una de las propuestas del "grupo de ciudadanos guayaquileños" es la de transformar al Instituto Nacional de Higiene en un Instituto Nacional de Salud, siguiendo el modelo, hasta donde fuese posible y cuidando de que responda a nuestra realidad, del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos.

Descentralizar es complicado pero vale la pena.