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Gobernar es rectificar (VI)

Avatar del Francisco Huerta

Qué maravilla es de nuevo Santa Elena. Cuando mi padre me hablaba de la mantequilla del Morro no entendía cómo podía haber vacas allí’.

Retorno al SALVE. Dejo la S de salud. Volveré a ella cuantas veces haga falta.

Ayer fue Día del Médico y resultó muy satisfactorio compartir con mis generosos colegas del Colegio Médico. Por ello no pude concurrir a la presentación del libro de Alfredo Palacio sobre una pandemia silente: La Insuficiencia cardiaca.

En una primera aproximación a ese texto, ya tuve oportunidad de manifestar mi grata impresión merecedora de amplias felicitaciones. Apenas reciba la edición definitiva la comentaré. La obra tendrá, puedo adelantarlo, importantes repercusiones en pro de la salud pública, contando con que sus recomendaciones serán tomadas en cuenta por el Gobierno, las autoridades seccionales y toda la población.

En cuanto al cuidado del corazón, eso de rectificar nos toca a todos. Ya verán por qué.

Siguiendo entonces con la A de agua, de agro, de agricultura, de alimentación, de ambiente, cabe comenzar señalando, para mantener el enlace del SALVE entre Salud y Alimentación, que uno es lo que come. O lo que no ingiere, también, que desnutridos sobran en el Ecuador. En buena hora el Gobierno ha planteado una gran campaña de combate a la desnutrición infantil y ello significa tener alimentos para los más pequeños. (Quedemos en que alimentos son los productos antes de los dientes y nutrientes cuando, después de masticados, se ingieren.)

Por supuesto, espero que la campaña incluya una acción previa de desparasitación a los niños atendidos en sus necesidades alimentarias-nutricionales. De otro modo el esfuerzo sería en beneficio de la amplia fauna que muchos de ellos mantendrán en su tubo digestivo. Y ello me lleva a insistir en la necesidad de contar (¡ya estamos dos décadas adentro del siglo XXI!) con agua potable y alcantarillado en todo el agro. Y con uso de calzado y hábitos higiénicos. Esto significa emprender también en amplios programas de educación para la salud, incorporados a los primeros años de escolarización y reiterados con frecuencia.

Los medios de comunicación colectiva deberían jugar un gran papel contribuyendo a la cultura alimentaria y nutricional de la población.