Por unas elecciones sin fraude

"Necesitamos con urgencia un Consejo Nacional Electoral respetable"

La libertad electoral, el sufragio libre, ha sido una aspiración constante en las democracias del continente y en las del mundo. Su búsqueda, apasionada en muchos casos, ha dado lugar a la emergencia de grandes movimientos sociales orientados a ese trascendente propósito, tal cual la mítica Revolución mexicana.

Entre nosotros, igualmente, a lo largo de la historia patria se pueden visualizar muchos sacudimientos motivados por las acusaciones de fraude. Lo lamentable es que estamos por cumplir doscientos años de vida republicana y los aires fétidos del irrespeto a la voluntad popular expresada en las urnas, siguen presentes.

Reconociendo la incipiente condición democrática que vivimos, uno de los esfuerzos prioritarios a cumplir para robustecerla tiene que ver con la severa investigación de aquello que por ahora es sospecha acentuada, seguido de la realización de las acciones garantizadoras de que lo manifestado por los ciudadanos en las urnas, sea plenamente respetado.

En ese ánimo, cabe insistir en tener un Consejo Nacional Electoral que otorgue la confianza requerida por la institucionalidad a cargo de la organización de los próximos actos electorales.

Diciéndolo claramente, el actual no inspira esa confianza. La serie de incidentes a que ha estado sometido ha causado bochornosos sentimientos, sembradores de dudas sobre su idoneidad.

Vale entonces, a tiempo, remediar pronto una situación insostenible, de modo que cuando las elecciones se convoquen, reine al menos la sensación de que se procederá con la limpidez, con la honestidad que es deseable y que es obligación mínima de quienes presiden la custodia del voto.

El Ecuador, luego de los riesgos a que estuvo sometido, tiene la obligación de proceder a una profunda limpieza de sus instituciones y, una de ellas, de prioridad total, debe ser la del Consejo Nacional Electoral. Hacerlo posibilitaría recuperar un sentimiento de seguridad en el respeto a la voluntad popular que ahora no existe con la magnitud que debe poseer.

En las actuales circunstancias, cualquier nuevo gobierno nacerá con peligrosa debilidad de origen.