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La coherencia en política

Avatar del Francisco Huerta

Lo que se inicia entonces es el constante moverse y removerse en la esterilidad total, algo característico de muchas de las nuevas naciones...

Bien decía el doctor Andrés F. Córdova, que en política se ha visto -esto es, que se puede- hasta tostar granizo. Por eso, exigir coherencia política tiene el límite que la práctica de la misma, y los intereses sobrevinientes, no siempre muy santos, determinan. Hechas estas salvedades, de todos modos es deseable que la conjugación entre la coherencia y los intereses no la convierta en una farsa macabra ni en una grotesca exhibición de cinismo.

Al respecto, la filósofa Hannah Arendt, reflexionando en uno de los textos recogidos de su libro Entre el pasado y el futuro, específicamente, el que trata sobre Verdad y política, expresa: “A menudo se señala que la consecuencia más cierta del lavado de cerebro a largo plazo, es una peculiar clase de cinismo, un rechazo absoluto a creer en la veracidad de cualquier cosa, por muy bien fundamentada que esté esa veracidad. En otras palabras, el resultado de una consistente y total sustitución de las mentiras por la verdad, de hecho, no es que las mentiras vayan a ser aceptadas en adelante como verdad, y la verdad se difame como una mentira, sino que el sentido por el que establecemos nuestro rumbo en el mundo real -y la categoría de verdad contra falsedad está entre los medios mentales para conseguir este fin- queda destruido”.

Añade la distinguida pensadora: “(…) Si el pasado y el presente se tratan como parte del futuro -es decir, se vuelven a su antiguo estado de potencialidad- el campo político queda privado no solo de su fuerza estabilizadora principal, sino también del punto de partida del cambio, del que sirve para empezar algo nuevo. Lo que se inicia entonces es el constante moverse y removerse en la esterilidad total, algo característico de muchas de las nuevas naciones que tuvieron la mala suerte de nacer en la era de la propaganda”.

Ojalá que el Ecuador no se enrede en el constante moverse y removerse en la esterilidad total. Concluyo con otra cita: “la historia contemporánea está llena de ejemplos en los que quienes dicen la verdad factual se consideraban más peligrosos e incluso más hostiles que los opositores mismos.”