Premium

Chile vuelve a la centroizquierda

Avatar del Francisco Huerta

Los aspirantes ecuatorianos a la presidencia deberían mirarse en el espejo chileno y preparar el avance social que hace falta’.

La derecha intelectual quiso poner de moda aquello del fin de las diferencias ideológicas que justificaban la división clásica, heredada de la Revolución francesa, entre la izquierda y la derecha. Antes Fukuyama, aunque después se retractó, había hablado del fin de las ideologías. La realidad ha desmentido categóricamente tal interesada aseveración. De haber sido cierta no habría bloques de partidos o de presidentes aglutinados claramente en razón de sus preferencias políticas, no siempre marcadamente doctrinarias pero sí actitudinales, sí pletóricas de eslóganes y frases hechas ideadas por sus publicistas antes que por sus filósofos políticos.

En Chile, una vez más polarizado, entre lo que en todo el mundo se ha calificado como una candidatura de derecha y otra de izquierda, los dos candidatos que triunfaron en la primera vuelta miraron hacia al centro político buscando reforzarse para la segunda vuelta. Kast lo hizo hacia la centroderecha, Boric lo hizo hacia la centroizquierda y obtuvo casi un millón de votos de diferencia a su favor.

La patria de Pablo Neruda y de Gabriela Mistral es mayoritariamente de centroizquierda en razón de todos los cambios que en ella siguen haciendo falta y de las marcadas diferencias existentes entre los distintos estratos sociales, de los cuales una, hasta hace unos años mayoritaria clase media, se ha ido pauperizando al tiempo que la pandemia, como en todas partes, ponía en evidencia esas enormes brechas generadas por un crecimiento económico sin redistribución, al menos no en la medida que hacía falta para paliar el descontento que en octubre de 2019 tuvo su presentación más grande y más grotesca.

Ahora, el joven presidente Boric, con una madurez que surge de la dolorosa historia reciente de su patria, insiste en dejar de ser el líder estudiantil, a ratos sectario, y avanza con vocación de estadista maduro al planteamiento de la necesaria reconciliación, solicitando el apoyo de todos para lograr, de nuevo, pero ahora como gobierno, que la esperanza supere al miedo.

Ojalá el patriotismo, sin arrear banderas, lo permita.