Columnas

Aplastar a la corrupción

"Dejemos de jugar a la anticorrupción. Emprendamos una cruzada real para aniquilarla".

Queda claro para casi todos, menos para los gazmoños que son beneficiarios directos o indirectos de la corrupción (y por ello no se atreven a criticar a las personas o instituciones que no cumplen con su deber de controlar y adoptan por el contrario un impúdico servilismo con las ellas) que si no aplastamos aquí y ahora a la corrupción, esta va a devorarnos.

Yo, perdonen el personalismo, a partir de mis recién cumplidos ochenta años no me puedo dar el lujo de disparar al aire. Tengo que manejar un cañón de excelente puntería. Por eso me permito insistir en que estamos combatiendo a una poderosa red de asalto a los fondos públicos que cuenta con agentes en todas las funciones del Estado y en múltiples organizaciones de la sociedad civil y, por supuesto, en los organismos de seguridad nacional.

A partir de lo que lo que yo sé sobre este tema, no se logra mucho destruyendo aquí y allá a la telaraña. Hay que dar con la araña que la teje y matarla. Lamentablemente, no hay otra y además no cabe tener compasión con quienes no la han tenido con los contagiados por el coronavirus, que por causa de su latrocinio fallecieron.

Escandalizar capturando a este o aquel para después soltarlo o darle una pena risible en comparación con la magnitud de sus agravios a la sociedad, no es más que comedia de mala calidad, engañabobos para quienes están sedientos de héroes y por ello los fabrican con el primero que aparece medio intentando cumplir con su deber.

El país tiene que orientar sus reclamos y sus acciones a las cúpulas y no únicamente a los subordinados. No podemos quedarnos sin saber quién entregó los hospitales los asambleístas o las eléctricas a fulano o mengano. Basta de misterios. La lista de Odebrecht tiene que aparecer, igualmente debe saberse de los manejos en paraísos fiscales.

La magnitud de la corrupción va a liquidar a la República si no se le pone un drástico frenazo. Y los medios no pueden cansarse. Hay que insistir, tratando de no aburrir, pero no bajar la guardia. El Ecuador, en su lucha contra la corrupción, tiene a sus periodistas en la vanguardia. Ahí deben seguir.