Columnas

Telebasura

...se caracteriza por la degradación y por la pobreza de los contenidos y del lenguaje televisivo, la explotación del morbo, el sensacionalismo y el escándalo como soportes de atracción de la audiencia...

Eliseo Verón plantea que hay tres etapas que definen a la televisión como medio: la primera, abierta y centrada en el mundo; la segunda, centrada en sí misma; y, la tercera y última, centrada en el destinatario. Uno de los síntomas de esta última etapa -que estamos viviendo- es el paso de la televisión como intérprete de la realidad a una televisión constructora de una realidad, que se expresa, por ejemplo, en los ‘reality shows’ y, en general, en todos los programas encasillados en la llamada telebasura.

Lorenzo Díaz define que la telebasura engloba a los programas que “bajo una apariencia hipócrita de preocupación y denuncia, se regodean con el sufrimiento, con la muestra más sórdida de la condición humana, con la exhibición gratuita y comportamientos íntimos, desencadenando una espiral sin fin para sorprender al espectador”. La telebasura se caracteriza por la degradación y por la pobreza de los contenidos y del lenguaje televisivo, la explotación del morbo, el sensacionalismo y el escándalo como soportes de atracción de la audiencia, la complacencia con la mediocridad, la ausencia de toda perspectiva ética y por el enfoque distorsionado al que recurre para tratar asuntos de importancia y de personajes conocidos.

Afirma Noam Chomsky que una forma de manipular al espectador y al consumidor moderno es “estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto”.

Para ello es necesario contar con seudocomunicadores que, lamentablemente, se convierten en personajes de referencia de la sociedad, y que se caracterizan por la ruptura de las normas sociales, la chabacanería, la vulgaridad y la estridencia, capaces de distorsionar y vulnerar, sin pudor ni moral, la dignidad, el honor, la vida privada y los derechos fundamentales de las personas, a través de la difusión de rumores e informaciones no contrastadas y de la trivialización de temas sociales controvertidos.

Lo peor, es que a algunos de ellos los veremos en las papeletas electorales de la próxima elección seccional.