Premium

Ni impunidad, ni barbarie

Avatar del Florencio Compte

El proceso llevado adelante por Strassera y, principalmente el alegato final, constituye una pieza fundamental en la defensa de los derechos humanos y lo que significa la justicia’.

Entre el 22 de abril y el 14 de agosto de 1985 se llevó adelante en Argentina el proceso judicial contra nueve integrantes de las Juntas Militares por las graves violaciones de derechos humanos cometidas de manera sistemática como parte de sus planes represivos durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional entre los años 1976 y 1983.

Alrededor de este juicio, y del fiscal acusador, Julio César Strassera y su adjunto Luis Moreno Ocampo, se centra la película Argentina 1985, dirigida por Santiago Mitre y que cuenta con la excepcional actuación de Ricardo Darín como Strassera, y de Peter Lanzani en el papel de Moreno Ocampo. Esta será la candidata que Argentina postule a la categoría Mejor Película Internacional en los próximos premios Óscar.

El proceso llevado adelante por Strassera y, principalmente el alegato final, constituye una pieza fundamental en la defensa de los derechos humanos y lo que significa la justicia. Ante el cometimiento de un delito, debe estar presente el castigo, el cual, según Strassera, no es más que una “venganza institucionalizada” -dentro de los límites que establece el marco legal que regula a la justicia- y que se ubica en el justo equilibrio entre la impunidad y la “venganza incontrolada”, es decir, hacer justicia por mano propia.

Hacía referencia Strassera a una afirmación del Juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos, Oliver Wendell Holmes: “La ley amenaza con ciertos males si uno hace ciertas cosas. Si uno persiste en hacerlas, la ley debe infligir estos males con el objeto de que sus amenazas continúen siendo creídas”. Pero ¿qué sucede cuando la ley amenaza y no cumple? ¿O cuando ya nadie confía en el sistema judicial? En esos casos resurge el querer hacer justicia por mano propia ante la poca o ninguna confianza de que la justicia vaya a actuar. ¿Justificable? En ningún caso, ¿entendible? Totalmente. Y mientras eso sucede, y de manera irresponsable, ciertos políticos y asambleístas alientan la barbarie en lugar de fortalecer y renovar la confianza en el sistema judicial y policial del país.