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El hacedor de rompecabezas

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"...con paciencia, trabajo y sin pausa, don José Antonio fue armando el rompecabezas de la historia de su querida ciudad"

El teórico y crítico italiano Manfredo Tafuri decía que hacer historia sobre la arquitectura y la ciudad era como pretender armar un rompecabezas con un conjunto de piezas que están dentro de una caja en la que ha desaparecido la imagen, sin saber siquiera si contamos con todas las piezas o que, en muchos casos, haya algunas que pertenezcan a otro rompecabezas. De tal manera que la labor del historiador es compleja y minuciosa, ya que muchas veces debe partir de una reconstrucción de las fuentes con miras a una futura interpretación. Esta labor es aún más complicada en un medio como el nuestro, donde se ha dado poco valor a la memoria y a los testimonios del pasado.

Es en este contexto que cobra labor una figura como la de José Antonio Gómez Iturralde, quien se convirtió en el cronista de nuestra ciudad y en el defensor de su memoria al frente de la Dirección del Archivo Histórico del Guayas, a quien conocí y con quien tuve el honor de colaborar como subdirector.

En el año 2004 recibí una llamada de don José Antonio -como afectuosa y respetuosamente lo llamaba- pidiéndome que le hiciera el prólogo de su libro sobre la historia del malecón de Guayaquil. Años más tarde me honró prologándome uno de mis libros. En el último párrafo de esa presentación concluía con un agradecimiento a ese aporte a la historia de la ciudad y a su larga y comprometida trayectoria en defensa de nuestro pasado y nuestra identidad: “Nuevamente, debemos agradecer a José Antonio Gómez Iturralde, desde su acuciosidad como investigador, la precisión de sus datos y lo oportuno de sus comentarios, esta propuesta que se constituye en un nuevo aporte para la construcción de ese rompecabezas que es la historia de Guayaquil”. Así, con paciencia, trabajo y sin pausa, don José Antonio fue armando el rompecabezas de la historia de su querida ciudad.

Hace pocos días nos dejó y su ausencia será sentida. Se extrañará al historiador, al defensor incansable de Guayaquil, pero sobre todo, al gran ser humano. Guayaquil le debe un homenaje. El mejor sería poner en valor el Archivo Histórico del Guayas, su legado.