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Ecuador: ¿Estado fallido?

Pero, ¿puede considerarse al Ecuador un Estado fallido?

Se puede sintetizar el concepto de Estado fallido en aquel que no es capaz de garantizar su propio funcionamiento ni de garantizar los servicios básicos, en sanidad, alimentación, trabajo o educación, ni garantizar la seguridad de su población, ya sea por debilidad, por falta de liderazgo y de credibilidad, por carecer de recursos o por todas estas causas juntas. Pero, ¿puede considerarse al Ecuador un Estado fallido?

El término no solo es polémico, sino también ambiguo. Por lo general se lo ha aplicado a países en situación de grave conflicto interno, en que la presencia del Estado es dudosa o nula. El Índice de Estados Fallidos utiliza actualmente doce indicadores para poder medirlo, entre ellos, algunos perfectamente pueden ser aplicados a la situación actual de nuestro país, como el desigual desarrollo económico de diversos grupos, una declinación económica severa, el deterioro progresivo de los servicios públicos -entre ellos, los sanitarios-; sin embargo, no es suficiente para catalogar al Ecuador dentro de esta categoría. Al menos por ahora.

Distinto es hablar de un gobierno fallido, es decir aquel que demuestra una clara inoperancia, con relativos éxitos y muchos fracasos, pero que se mueve dentro de un marco legal que permite que siga operando, como en la situación actual de nuestro país, en la que existe un ordenamiento jurídico, aunque debilitado y falto de credibilidad, y un gobierno incapaz de articular alguna respuesta a dos de los problemas más graves que tiene actualmente el Ecuador: la situación sanitaria y la seguridad interna.

El otro término que podríamos aplicar es el de desgobierno, es decir, según el Diccionario de la Real Academia Española, cuando en un país existe desorden, desconcierto y falta de gobierno.

¿En cuál de estas tres categorías se sitúa actualmente nuestro país? Más allá de definir exactamente en cuál, es importante que los finalistas de las elecciones den alguna respuesta sobre cómo salir de ello; de cómo evitar que nuestro país se convierta, a corto o mediano plazo, en un Estado fallido.