Columnas

El derecho a los espacios públicos

...una ciudad debe contar con instalaciones comunitarias barriales, ya que las que se encuentren desperdigadas no favorecen la vida del ciudadano’.

La Constitución del Ecuador en su artículo 31 establece la siguiente declaración de principios respecto a la ciudad y al disfrute de los espacios públicos: “Las personas tienen derecho al disfrute pleno de la ciudad y de sus espacios públicos, bajo los principios de sustentabilidad, justicia social, respeto a las diferentes culturas urbanas y equilibrio entre lo urbano y lo rural. El ejercicio del derecho a la ciudad se basa en la gestión democrática de esta, en la función social y ambiental de la propiedad y de la ciudad, y en el ejercicio pleno de la ciudadanía”. Esta declaración de principios, para que sea efectiva, debe concretarse en acciones de los gobiernos locales. El problema radica en la falta de comprensión de este principio, tanto en su concepción como en su alcance, y en no saber cómo traducirlo en proyectos que beneficien a los ciudadanos. Siempre y cuando, obviamente, el hacerlo sea de real interés para los municipios.

¿Cuántos de los gobiernos municipales del país han comprendido este mandato constitucional y han generado proyectos concretos de cómo materializarlo? Me atrevería a decir, que muy pocos.

El recientemente fallecido Christopher Alexander, profesor de arquitectura de la Universidad de Berkeley, daba algunas recomendaciones sobre el cómo se deben diseñar espacios públicos que realmente se usen, entre otras: que no estén a más de tres minutos de distancia de cualquier usuario.

Decía Alexander que es mejor contar con múltiples espacios públicos pequeños en lugar de uno de gran dimensión; que una ciudad debe contar con instalaciones comunitarias barriales, ya que las que se encuentren desperdigadas no favorecen la vida del ciudadano.

En uno de sus patrones de diseño recomendaba: “Reserve una parte de la ciudad para carnaval, espectáculos locos, competiciones, actuaciones, exhibiciones, torneos, bailes, música, teatro callejero, payasos, travestis, extravagancias, que permitan a la gente liberar sus locuras”. Todo lo contrario de una ciudad como Guayaquil, donde tomar fotos o besarse en un espacio público, por ejemplo, es prohibido.