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Florencio Compte | La venta de la indulgencia

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Todos sabíamos que había corrupción en el sistema judicial de nuestro país, pero nadie podía suponer los niveles que esta alcanzaba.

A todo pecado corresponde un castigo. Sin embargo, durante la Edad Media, los fieles con familiares fallecidos comenzaron a pagar dinero para ayudarlos a salir lo antes posible del purgatorio y alcanzar una mejor vida. Con la venta de estas indulgencias la Iglesia católica usó ese dinero para financiar la construcción de muchas catedrales y monasterios.

Contra las indulgencias se rebeló el sacerdote alemán Martín Lutero, quien criticaba la decadencia moral de la Iglesia y la corrupción del alto clero, dando lugar al inicio de la Reforma Protestante. Como respuesta, y con el fin de recuperar el espacio perdido, la Iglesia católica estableció la Contrarreforma, que prohibió la venta del perdón a cambio de dinero. Curiosamente, no fue sino recientemente cuando el papa Benedicto XVI aseguró que el purgatorio no era un lugar del espacio del universo, “sino un fuego interior, que purifica el alma del pecado”.

No ha cambiado mucho la historia a lo largo de estos siglos. Si bien a cada delito debe corresponder una pena, se sigue negociando la absolución a cambio de dinero.

Todos sabíamos que había corrupción en el sistema judicial de nuestro país, pero nadie podía suponer los niveles que esta alcanzaba. Asombrados hemos descubierto un entramado en el que quienes deciden sobre la aplicación de la ley no son ni los fiscales, ni los jueces, sino que estos son serviles empleados del crimen organizado, ligado a las empresas electorales -mal llamadas “partidos políticos”- quienes por décadas han lucrado de la manipulación de ‘la justicia’.

 ¿Cuántos culpables estarán libres a cambio del pago de su libertad? Y, lo que es peor, ¿cuántos inocentes habrán sido encarcelados por no haber podido pagar la tarifa?

Fue Martín Lutero quien, sabiamente, afirmó: “La mayor necesidad del mundo es la de hombres y mujeres que no se vendan ni se compren; hombres y mujeres que sean sinceros y honrados en lo más profundo de sus almas; gente que no tema dar su vida por la verdad”. Bien por la fiscal general Diana Salazar, que siga adelante por sacar a la luz la verdad. Caiga quien caiga.