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Florencio Compte | Recuperar los cursos de agua

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Un aumento de la temperatura global traería consecuencias catastróficas para la ciudad

Santiago de Guayaquil está ubicada en la confluencia de los ríos Daule y Babahoyo, que al unirse conforman el gran río Guayas, una de las cuencas fluviales más importantes del Pacífico sur de América. Además, está rodeada por un conjunto de esteros de agua salobre. Todo esto, y a pesar de su degradación, conforman un patrimonio natural invaluable. La ciudad nació, sin embargo, con una vulnerabilidad: la capacidad de inundarse ante lluvias intensas. ¿Qué podemos hacer para protegerla?

Hay ejemplos cercanos que pueden darnos una idea de hacia dónde ir. En Ciudad de México, por ejemplo, el regreso a una ciudad lacustre, como era en sus orígenes, es una necesidad vital ante su hundimiento imparable calculado entre diez a quince centímetros por año. El plan que se ha presentado consiste en la recuperación del lago de Texcoco y la creación de un conjunto de pequeños lagos interconectados, alimentados por las aguas residuales de la ciudad, rodeados por una orilla de ochenta kilómetros de longitud que permitiría la expansión urbana, la dotación de servicios públicos y el desarrollo de nuevas áreas verdes a una de las ciudades más grandes del mundo. Otro ejemplo es el de otra megaciudad, Sao Paulo, en Brasil, donde se propone la creación de una red de canales navegables destinados, además, a la recuperación del cinturón agrícola, indispensable para garantizar alimentación a sus habitantes.

El reto es recuperar, hasta donde sea posible, las huellas históricas de los cauces de agua. En Guayaquil vemos cómo ante lluvias intensas la ciudad se inunda, sin embargo, seguimos llenándola de hormigón, volviéndola más impermeable y rellenando y taponando los ramales de los esteros.

Considerando que gran parte de la ciudad está al nivel del mar -e incluso por debajo de este- un aumento de la temperatura global traería consecuencias catastróficas para la ciudad.

El incremento de áreas permeables que permitan la absorción del agua, así como el incremento de áreas verdes es necesario para la supervivencia de la ciudad. Y no es una exageración decirlo.