Florencio Compte: Inundaciones y epidemias en Guayaquil

A su ubicación en un terreno bajo se suma el haber bloqueado los cursos naturales de agua
El que Guayaquil se inunde cada invierno no es una novedad. A su ubicación en un terreno bajo se suma el haber bloqueado los cursos naturales de agua, rellenado los humedales y convertido a la ciudad en impermeable; si a esto se añade que en muchos lugares el sistema de aguas lluvias es obsoleto o está colapsado, el desastre que pueda presentarse está servido.
Si nos remontamos en la historia, vale recordar cómo el 11 de julio de 1688 el Cabildo de Guayaquil decidió trasladar la ciudad un kilómetro al sur de su emplazamiento original, con la finalidad de contar con mejor defensa ante los ataques piratas, aunque la ubicación elegida no fue la más apropiada, ya que se trató de un terreno sujeto a inundaciones periódicas, que se presentaban de año en año de manera estacional junto con la llegada de la estación lluviosa, y por tanto, insalubre, donde era frecuente la aparición del paludismo, conocido como ‘fiebres tercianas’ y otras enfermedades.
Incluso en tiempos recientes, como en el evento de El Niño de los años 1982 y 1983, que provocó lluvias torrenciales y anormalmente altas en varias áreas de Ecuador, incluyendo Guayaquil, donde el agua caída fue 30 veces superior a lo normal, causó inundaciones significativas en la ciudad y sus alrededores, con graves daños materiales, desplazamientos de población y problemas sanitarios y de afectación a su infraestructura.
También en El Niño de 1997-1998, las lluvias intensas y las inundaciones provocaron la contaminación de las fuentes de agua potable y los sistemas de saneamiento, lo que ocasionó que se presentaran consecuencias sanitarias significativas, como un importante brote de cólera y leptospirosis que afectó tanto a las zonas urbanas como a las rurales. Hoy está sucediendo con el brote de dengue.
En distintas ciudades del mundo, ante situaciones de vulnerabilidad similares, se han empezado a desarrollar acciones contra las inundaciones que pasan por devolver la permeabilidad al suelo, construir más áreas verdes e invertir en mejorar los sistemas sanitarios y de aguas lluvias. Algo que Guayaquil debería imitar.