Florencio Compte Guerrero | La destrucción de la Casa Blanca
Faltaba agregar que el nuevo salón llevará el nombre de Donald Trump
Antes de que alguien lo pudiera pensar, el título de este editorial no intenta hacer referencia a la política actual del presidente de los Estados Unidos en su país y en el resto del mundo. Peor aún ser premonitorio de lo que pudiera suceder en un futuro, lamentablemente, no tan lejano. No, para nada. Haré referencia al proyecto arquitectónico de modificación de la Casa Blanca, edificio histórico, sede del gobierno en Washington y residencia presidencial de los Estados Unidos de América.
El bloque principal del edificio fue diseñado por el arquitecto irlandés James Hoban en 1792 y concluyó su construcción en el año 1800. Su concepción neoclásica se basó en el proyecto de la Villa Rotonda del arquitecto renacentista italiano Andrea Palladio y fue pensado no solo como residencia oficial sino, principalmente, como símbolo de democracia y pertenencia para los estadounidenses, como su “Casa del Pueblo”.
Hace unas semanas el presidente Donald Trump anunció que demolería el Ala Este del complejo arquitectónico para levantar un Salón de Baile “grande y hermoso”, según sus propias palabras, de alrededor de 8.000 metros cuadrados y un costo cercano a 300 millones de dólares con capacidad de 1000 personas, cuya construcción sería financiada con fondos privados. Esto levantó la alerta del Fideicomiso Nacional para la Preservación Histórica y de la Sociedad de Historiadores de la Arquitectura quienes solicitaron revisar el proyecto antes de su ejecución. Esto, sin embargo, no ocurrió y se dio paso a la demolición de ese bloque que había sido construido en 1902 durante la presidencia de Theodor Roosevelt y que permitía mantener la simetría del conjunto histórico, algo que con el añadido actual se perderá. Faltaba agregar que el nuevo salón llevará el nombre de Donald Trump.
La historia nos trae referencias de la megalomanía de emperadores, reyes, dictadores y aprendices de tales que buscan perennizar su memoria a través de obras fastuosas de dudoso valor arquitectónico. La destrucción del Ala Este para el nuevo salón de baile será leída, a futuro, de esa misma manera.