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Fernando Insua Romero | Tres en raya

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Parece que necesitamos que alguien nos ponga en raya desde fuera para dejar de jugar a las provincias independientes

Ecuador lleva años viviendo una guerra no declarada. El crimen organizado se instaló con sigilo y cuando por fin despertamos, ya teníamos carteles extranjeros controlando territorios, cárceles y hasta candidatos. En ese escenario, lo lógico habría sido ver a todas las autoridades remando en una misma dirección. Pero no: lo que vimos fue un espectáculo de reproches, evasivas y frases hechas. Hasta ahora.

Durante meses, el Ecuador pareció un país fracturado en tres: cada ciudad con su drama, cada autoridad con su excusa. “Eso no es mi competencia” se volvió un mantra, mientras los secuestros, atentados y extorsiones crecían como si no hubiera mañana. Hasta que el anuncio de una visita cambió todo.

La llegada inminente de Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos -algo así como su canciller- logró lo que ni la emergencia carcelaria, ni los cuerpos en los puentes, ni las balas perdidas pudieron: alinear al Gobierno central con los alcaldes de Quito (Pabel Muñoz), Guayaquil (Aquiles Álvarez) y Cuenca (Cristian Zamora), que viajaron a la capital para sentarse con el ministro John Reimberg y comprometerse con un plan de seguridad nacional.

Qué curioso: hablamos tanto de soberanía, pero parece que necesitamos que alguien nos ponga en raya desde fuera para dejar de jugar a las provincias independientes. Bastó que Rubio pidiera una posición clara frente al crimen organizado y al narcotráfico -y que exigiera distancia del régimen chavista y del Cartel de los Soles- para que el país recordara que hay prioridades que no admiten ideología.

En esa reunión no se habló solo de operativos, sino de cómo enfrentar al Tren de Aragua, Los Lobos, el Cártel Jalisco Nueva Generación y otras mafias que ya no golpean la puerta, sino que se han metido hasta la cocina. Y, por primera vez, los tres alcaldes dejaron de repetir discursos de barricada y se sentaron a construir algo parecido a un frente común.

Eso merece ser reconocido. Y ojalá, de paso, comprendan que su futuro político está más cerca de la gente que sufre que de los delirios de algún líder en Bélgica. El martes se marcó un tres en raya. Que no se les borre mañana.