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Fernando Insua: República de Guayaquil

Avatar del Fernando Insua Romero

Ese día se registró el primer grito de independencia e intento de lograr un gobierno autónomo

Hace pocos días, el consejo cantonal de la ciudad aprobó cambiar el nombre de un tramo de la calle 10 de Agosto al de República de Guayaquil como parte de un plan municipal y de la academia de historia, sección Guayaquil, para levantar el orgullo guayaquileño respecto a su increíble pasado como ciudad y como región histórica y fluvial. Muchos historiadores y pensadores, tales como Melvin Hoyos, Antonieta Palacios, Ramón Sonneholzner y Magno Marriot, entre otros ciudadanos y ciudadanas comprometidos con nuestra historia, defienden conceptos de identidad común histórica y fluvial no solo del Guayaquil como lo conocemos si no de toda una región histórica que unida por ríos conecta a actuales provincias hermanas en una cuna común de lo que alguna vez fue la República de Guayaquil.

Aunque las alarmas saltaron y se acusó a la iniciativa de ser “regionalista”, no se puede afirmar tal cosa, ya que simplemente describe la historia tal como se dio en nuestra región. Resulta muy interesante que los dos eventos de independencia más importantes compartan una sola calle: la 10 de Agosto. Ese día se registró el primer grito de independencia e intento de lograr un gobierno autónomo, y la independencia de Guayaquil, que fue la primera independencia efectiva y estructurada en el territorio del actual Ecuador.

Basándonos en la historia, se afirma que la Provincia Libre de Guayaquil se convirtió en Estado Libre e Independiente luego del 9 de octubre de 1820, al elegir las autoridades provisionales que conducirían al nuevo territorio libre a un estado geopolítico distinto al que hasta ese momento había mantenido. Ese Estado se convirtió en República luego del 11 de noviembre de 1820, al adoptar el sistema republicano de gobierno con la elección libre y democrática de autoridades y la elaboración de un instrumento jurídico provisional de 20 artículos, con el cual organizarían la sociedad bajo el imperio de la ley.

Así que dejemos de cambiar la historia por pensar que el país se divide; lo que realmente divide al país es no conocer nuestro pasado e ignorar la historia que tanto hombres como mujeres del siglo XIX forjaron. Por tanto, no dejemos de decir con orgullo que, si Quito es luz de América, Guayaquil es el faro que la porta.