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Fernando Insua: Hecho en Rusia

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En esta nueva guerra fría, el Gobierno debe medir cuidadosamente las formas de acercarse a EE. UU. sin destruir las relaciones con Moscú

Nicolas Cage protagonizó la película El señor de la guerra, basada en el traficante de armas Viktor Bout, hombre cercano a Vladimir Putin que personificaba la frialdad en la venta de armas. Era capaz de venderlas a cualquier bando, sin importarle quién fuera el propietario, siempre y cuando pagaran. Bout terminó en la cárcel en Tailandia, cuyas autoridades lo extraditaron a EE. UU., donde fue condenado a 25 años de prisión por terrorismo. Los fiscales afirmaron que estaba a punto de vender hasta $ 20 millones en armas, incluyendo misiles tierra-aire a las FARC colombianas, con aprobación de sus superiores en Moscú. Sin embargo, en Rusia Bout es considerado un intrépido hombre de negocios injustamente encarcelado. Rusia lograría repatriar a su 'héroe' gracias a que lo “intercambió’’ por la estrella del básquet estadounidense Brittney Griner, detenido en Moscú luego de que encontraran un líquido que contenía cannabis en su posesión.

Es apropiado acercarnos a Occidente para obtener armas de calidad y sus respectivos repuestos, alejándonos de la órbita de Moscú y Pekín. No obstante, el presidente Noboa debería haber dado este paso con más prudencia. Después de sus declaraciones sobre el deplorable estado del armamento ruso y su deseo de intercambiarlo por ayuda militar estadounidense, sufrimos las consecuencias por parte del organismo ruso Rosselkhoznadzor, que se encargó de encontrar cualquier excusa para vetar el ingreso de nuestras flores y nuestro banano a Rusia. Este nombre corresponde al Servicio Federal de Supervisión Veterinaria y Fitosanitaria de Rusia, el cual continuará castigando nuestras exportaciones mientras mantengamos una actitud hostil hacia ellos. En esta nueva guerra fría, el Gobierno debe medir cuidadosamente las formas de acercarse a EE. UU. sin destruir las relaciones con Moscú, pues aunque sea difícil aceptarlo, los rusos tienen razón: al comprar armamento a un país productor, este impone condiciones para evitar que dicho armamento termine en manos ajenas, en especial si ese país es un potencial enemigo. A los rusos no les preocupa vender armas a terroristas, mas sí les inquieta que estas caigan en manos del Tío Sam.