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Respeto a la vida

Avatar del Fernando Cazón

Y toca seguir escribiendo de muerte y violencia porque es la realidad diaria

Los robos y asaltos a mano armada han existido siempre, la única diferencia es que años atrás, el delincuente daba la opción de elegir entre nuestras pertenencias o la vida.

La muerte puede llegar ahora no solo vestida de enfermedad sino también por una bala perdida, una riña callejera y hasta por equivocación, porque el sicario confundió a su víctima por alguien más.

Y cuando se trata de niños, ancianos o de algún personaje reconocido, esta se vuelve mediática y sentimos como sociedad que hemos tocado fondo, como si antes de ellos no se hubiese derramado una sola gota de sangre.

Se ha perdido el respeto por la vida y también la libertad de andar tranquilos por las calles.

Valemos lo que puedan ofrecer por nuestra cabeza.

Vivimos en un estado de indefensión, donde quienes nos gobierna no son aquellos a quienes elegimos democráticamente en las urnas; el poder lo detentan actualmente delincuentes de gran calibre, que además de tener muy bien organizado el negocio de las drogas, nos mantienen comiendo de sus manos.

Estamos viviendo en estado de pánico (más que de excepción) y sentimos miedo hasta de nuestra propia sombra.

Las muertes violentas son nuestro pan diario. Estamos dominados y silenciados por malos elementos, porque el miedo que nos sobrecoge constituye el poder para quienes lo provocan.

Ya no de trata del coronavirus. No es la pandemia la que nos prohíbe salir de casa. Es la violencia, la delincuencia descontrolada.

Hay que pensarlo dos veces antes de ir al cine, a un centro comercial o a una cafetería, no vaya a ser que la mala suerte nos acompañe y nos toque vivir la peor experiencia de nuestra vida, o peor aún, no sobrevivir para contarlo.

Y toca seguir escribiendo de muerte y violencia porque es la realidad diaria.

Lo que más duele es que no existen medidas o decretos que mermen en forma efectiva esta violencia que se desborda y que nos está convirtiendo ante los ojos del mundo, en la nueva Sinaloa, dominada por mafias y carteles.