Premium

Prisión guayaca

Avatar del Fernando Cazón

En la Perla del Pacífico es mejor prevenir que lamentar

Décadas atrás, ciertas zonas residenciales de Guayaquil eran sinónimo de buena vida y tranquilidad. No cualquiera vivía en las hermosas casonas del barrio Centenario, y ni hablar de las familias acomodadas que llegaron a habitar las grandes villas en Urdesa. Pero con el rápido crecimiento de la ciudad, estos barrios elegantes se trasladaron a lugares más alejados y exclusivos, huyendo del comercio y la bulla. Urdesa se convirtió en una zona comercial por excelencia y muchas casas de la zona se transformaron en oficinas o están abandonadas y las lujosas casas del Centenario fueron vendidas al mejor postor.

Pero no solo el crecimiento urbanístico cambió la dinámica de los barrios en el Puerto Principal. Hoy en día, para elegir un lugar donde vivir no se piensa únicamente si el lugar es exclusivo o si está lejos del gentío, o en los jardines o ventanales que la casa pueda tener. La seguridad juega un papel primordial y las rejas que aseguren puertas y ventanas, los cerramientos, sistema de seguridad, instalaciones de cercos eléctricos y las estadísticas de robos del barrio son factores determinantes a la hora de adquirir un inmueble.

Ya no estamos seguros en ningún lado. En semáforos, restaurantes, bancos y hasta centros comerciales podemos encontrarnos con la presencia de antisociales que llegan roban y que han perdido el respeto por la vida ajena. No les preocupa halar el gatillo apenas se sienten amenazados. La osadía de la delincuencia incluso los hace transgredir cualquier sistema de seguridad y entrar en los hogares, a robar, amedrentar y matar, si la situación lo amerita. Es por eso que los guayaquileños han optado por hacer de sus viviendas pequeñas prisiones. Encerrarse bajo mil llaves es la opción más segura para continuar vivos. Organizarse entre vecinos en la actualidad es una forma más inteligente de cuidarse las espaldas unos a otros, porque a la hora que se presenta el peligro los agentes del orden brillan por la ausencia.

Todo se vale a la hora de blindarse contra la delincuencia, como la colocación de cercos o rejas en calles o peatonales que impiden el acceso de motos o carros desconocidos. En la Perla del Pacífico es mejor prevenir que lamentar.