Columnas

Limosna a mano armada

Y más que nada, rogar no cruzarnos con algún “choro motorizado” en el camino

Los tiempos han cambiado para todo. Años atrás toparse con una persona pidiendo limosna, un vendedor de caramelos o un limpia parabrisas en algún semáforo de la ciudad nos generaba tristeza y cuestionamientos. ¿Qué hicieron para merecer vivir en las calles y por qué no reciben ayuda por parte del Gobierno o de alguna organización? Hoy la realidad es otra: uno ruega no toparse con un semáforo en rojo porque lo que se puede encontrar en la calle es sinónimo de terror.

Con el avance de la tecnología y la existencia de redes sociales nos hemos vueltos espectadores de primera fila - pues solo basta con tomar el teléfono y prender la cámara para grabar la desgracia ajena- de golpes, asaltos y asesinatos, la mayoría de estos al estilo sicariato. En cuestión de minutos miles de personas habrán reproducido el video. Así sucedió con dos hechos violentos que tuvieron lugar en la Av. de las Américas, el mismo día y en horas de la mañana. Uno fue un asalto a mano armada, y quien documentaba el hecho dentro de un carro recibió un balazo en el parabrisas por andar “de sapo”. Mientras que en el otro caso, un individuo reclamó porque no quería que le limpiaran el vidrio, y por ello recibió amenazas de los “limpiadores”, quienes lo amedrentaron con cuchillo en mano.

La crisis económica de los países vecinos (que también es nuestra) ha causado, en los últimos años, una migración en masa de extranjero que ven en nuestra tierra el fin de su carencia, pero al llegar descubren que la realidad es otra. No hay trabajo y por tanto no les queda más que hacer de la calle su hogar y de la limosna su modo de vida.

La migración en sí misma no es el problema, pues esta ha existido desde siempre, sino de quienes no vienen con intenciones de trabajar honestamente al país y se suman a los “pillines” nacionales.

La violencia en los semáforos de Guayaquil ha crecido de forma desproporcionada, al punto de que para manejar medianamente seguros toca calcular el número de semáforos que hay de nuestra oficina a la casa y llevar monedas suficientes para que no nos rayen el carro por andar “chiros” o nos saquen un cuchillo. Y más que nada, rogar no cruzarnos con algún “choro motorizado” en el camino.