Columnas

Crisis ferroviaria

"...pueden ser usados para incrementar el turismo interno y externo ya que el itinerario que sigue nuestro ferrocarril permite admirar en poco tiempo un maravilloso paisaje que va desde el trópico siempre verde hasta la sorprendente “ruta de los volcanes""

Una de las más grandes realizaciones llevadas a cabo por la Revolución Liberal, encabezada por el Viejo Luchador, Eloy Alfaro, a más del laicismo y otras libertades que habían venido congelando los regímenes curuchupas es la fundación del ferrocarril, que pese a distancias, páramos, selvas y ríos de montaña logró vencer a la geografía ecuatoriana y unificar a un país integrado por una cambiante orografía. Así los peligrosos viajes entre costa y sierra que se hacían a lomo de mula en un largo tiempo se redujeron a un mínimo, ya que el ir de las estaciones de Chimbacalle, en Quito, a la de Durán, en el Guayas, duraba solo un día. Luego se abrirían rutas ferroviarias entre Imbabura y Esmeraldas, de Guayaquil a Salinas, de Sibambe a Cuenca y otras creaciones de transporte sobre rieles de tipo provincial, en Manabí y El Oro. A mediados del siglo pasado una misión técnica francesa que hizo estudios sobre la realidad económica y social del Ecuador, en su informe final recomendó como imprescindible el uso del transporte ferroviario de carga y de pasajeros, por las facilidades de movilidad nacional y la economía en fletes y pasajes ya que una sola y potente locomotora puede arrastrar un largo comboy de muchos vagones. Con el pasar del tiempo y la aplicación de un totalizador plan vial, las carreteras derrotaron a los rieles y poco a poco la empresa de ferrocarriles fue de mal en peor hasta que hace pocos meses, con la “poda” de organismos públicos que realizó el gobierno para superar la iliquidez fiscal se la suprimió. Ello no obstante la inversión de $ 400 millones que el Estado invirtió en su rehabilitación. Posiblemente la solución podría haber sido la misma que quiere hacerse con la refinería de Esmeraldas, entregando los ferrocarriles en concesión a una empresa extranjera para que la administre, sacando incluso utilidades. Además de su gran capacidad transportadora, los trenes o autoferros pueden ser usados para incrementar el turismo interno y externo ya que el itinerario que sigue nuestro ferrocarril permite admirar en poco tiempo un maravilloso paisaje que va desde el trópico siempre verde hasta la sorprendente “ruta de los volcanes”, que maravillan a cualquier espectador viajante. Hay que tratar de recuperar los millones perdidos por la bandalización que vienen sufriendo las estaciones ferroviarias ahora abandonadas.