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Del buen feriado

Avatar del Fernando Cazón

"Lo que desearíamos es que el feriado fuera mágico y eliminara todos los problemas que tenemos, como un borra y va de nuevo"

Los ecuatorianos hoy terminamos el feriado más largo del año, por el Día de Difuntos y la Independencia de Cuenca. Cinco días de asueto que sirvieron para que el pueblo se desconectara en algo de la realidad nacional y aprovechara para pasear en familia. El presidente Guillermo Lasso decidió sumar un día más para que el sector turístico, uno de los más golpeados desde la llegada del coronavirus al país, reactivara sus actividades.

Las vacaciones fueron para todos, incluso para aquellos que decidieron la semana pasada quemar llantas y obstruir carreteras en diferentes provincias del país en son de protesta. Tampoco perdieron la oportunidad del puentecito vacacional.

Esperemos que los resultados de este largo descanso sean positivos, sin los clásicos accidentes en las vías por imprudencias de ciertos choferes. Ojalá tanta libertad para pasear y disfrutar no termine en una nueva ola de contagios por COVID-19, porque hay que ser realistas: lo que se ven en las playas es la mascarilla y el distanciamiento social, como si el coronavirus y todas sus variantes nunca hubieran existido. Ya hemos tenido la experiencia de feriados anteriores que han causado repuntes de contagios, e incluso de situaciones específicas como un partido de fútbol, que preocuparon a las autoridades de salud porque de ese evento, donde no se respetó aforo ni distanciamiento, podrían generarse nuevos casos de personas contagiadas. ¿Qué pasará con cinco días de fiesta?

Lo que desearíamos es que el feriado fuera mágico y eliminara todos los problemas que tenemos, como un borra y va de nuevo. Mañana empieza una corta pero conflictiva semana para el Gobierno, retomando tantos temas que deben solucionarse sobre la marcha. Nadie nos quita el baño de realidad, la colada morada quedó atrás. Ahora nos ponemos en función a ponernos en modo de trabajo duro, porque el dinero no cae del cielo y se nos vienen encima las celebraciones de Navidad y Año Nuevo. A comprar el pavo, a pensar en los regalos de los pequeños de la familia y a esperar que nada ni nadie nos apague la ilusión de compartir con nuestros seres queridos.