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Empezamos otra vez

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Así como minería y su vertiginoso aparecimiento como producto de exportación no petrolera, otros productos deberán verse en ese espejo e irse preparando para crecer con los nuevos acuerdos comerciales

Primer día del nuevo año y con seguridad más de uno empezará a revisar su plan estratégico pasado para ver qué le quedó pendiente y volverlo a plantear para esta vez cumplirlo. Otros, en cambio, empezarán desde cero a escribir sus tareas y fijarán con mucho cuidado sus metas personales, profesionales y empresariales.

La economía en este 2023 se moverá más libre, habrá menos prisa por cumplir ajustes al habernos “liberado” del plan al que nos tenía “sometidos” el FMI: mejorar los ingresos por impuestos, los petroleros y disminuir los subsidios; ser más eficiente en los gastos, aquellos por salarios, incluso los de obra pública y no descuidar lo social. Nada muy diferente a la recomendación que correspondería hacerle a una economía que venía descontrolada en su déficit fiscal. De lo que realmente nos libramos es de no poder escoger la intensidad del ajuste. Se hubiera podido suavizar algo hasta recuperar la caída por la pandemia, lo cual recién ocurrirá allá por el primer trimestre del presente año.

Nos moveremos más libres, pero no necesariamente más rápido. Desde el primer mes vamos a ir observando qué tanto más que un año atrás crecerán las ventas, el crédito, la ejecución de la obra pública, el empleo y las exportaciones. En el 2022, las ventas y el crédito lograron crecer a dos dígitos. Mantener el ritmo será importante para la generación de empleo.

El Gobierno podría presentar trimestralmente el avance de las transferencias para obra pública y evitar que le vuelvan a publicar que hay instituciones que no ejecutan ni el 5 % a mitad del año. Puede también trabajar mucho en no utilizar los atrasos como una forma de financiamiento del déficit y coordinar para que los otros actores del Presupuesto del Estado tampoco lo hagan.

El crecimiento del sector camaronero con dificultad podrá repetir lo que logró en los últimos tres años, que nos permitió como economía casi duplicar la cantidad de divisas de exportación desde el 2020 al 2022, sin embargo, habrá que incentivar que el sector mantenga su dinamismo para seguir creciendo en un escenario en que la demanda de importaciones crecerá por la apreciación de nuestra moneda y la percepción de “abaratamiento” de productos extranjeros, para lo cual necesitaremos esos dólares. El sector bananero deberá encontrar la fórmula para recuperar su volumen exportado, que al finalizar el año su caída se acercó al 10 % anual.

Así como minería y su vertiginoso aparecimiento como producto de exportación no petrolera, otros productos deberán verse en ese espejo e irse preparando para crecer con los nuevos acuerdos comerciales, a pesar de las complejas condiciones de competitividad local, sobre las cuales tendrán que ir conversando sobre la marcha.

Es sabido que para que haya crecimiento, en el sector empresarial deben existir recursos que permitan mejorar su capital de trabajo, efectuar nuevas inversiones y realizar tareas de investigación. Si lo hace el empresario con su propio capital es poco lo que va a poder adelantar. Será importante el apalancamiento que le pueda brindar el sistema financiero a partir de mayor crédito, posible por la capitalización de sus utilidades, esperando que crezcan más, por mayores operaciones, más que por mayores márgenes. Empezamos otra vez.