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Fausto Ortiz: Los temas a tratar

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Decir que hemos financiado con deuda los subsidios de combustibles es una realidad dolorosa

El Banco Central del Ecuador (BCE) presenta cifras petroleras desde el año 2007, el cual 20 años atrás no recuerdo haber tenido disponible. Cuantificar el impacto de mantener los subsidios era una tarea compleja de determinar, sobre todo porque hasta hoy Petroecuador no comparte sus estados financieros auditados. En 2008, en un intento de reflejar el subsidio en el Presupuesto General del Estado (PGE), los técnicos del Ministerio de Finanzas ubicaron en Ingresos y Gastos la llamada Cuenta de Financiamiento de Importación de Derivados (CFDID). Fue un mal ejercicio con una buena intención. Se transparentó cuánto se importaba; no necesariamente indicaba el tamaño del subsidio, pero inflaba enormemente el PGE en función del precio del crudo. Tardó más de 15 años en eliminarse esta buena intención.

Seguramente cuando hablamos del registro del subsidio pensamos que es un gasto en el Presupuesto, como lo son el subsidio del 40 % por las jubilaciones del IESS, o el subsidio por los bonos sociales, pero no, el subsidio se queda reflejado en las cuentas de Petroecuador, Su eliminación, primero con la súper, luego la extra/ecopaís y ahora con el diésel implicará que a Petroecuador le quedarán mayores ingresos disponibles que podrán ser destinados, entre otras cosas, al Ministerio de Finanzas. Entonces, más que disminuir los gastos, el subsidio implicará mayores ingresos para convertirse en una fuente adicional de financiamiento que podría disminuir el déficit fiscal o atender gastos que antes no se podían implementar.

Cuando se suman los últimos 18 años de lo que el BCE llama “pérdida en comercialización de combustibles importados” la cifra llega a $36 mil millones.

Una manera de estimar el subsidio total ocasionado a raíz de la importación de derivados, más el costo de oportunidad (que también es subsidio) de los combustibles obtenidos de nuestras refinerías, era multiplicar por dos la pérdida en los importados. Señalar que desde 2007 a 2024 los ingresos que el país dejó de recibir por vender sus combustibles a precios inferiores que los internacionales superaron los $72 mil millones, no se aleja mucho de la realidad. Estos ingresos no recibidos se transformaron en igual monto de déficit fiscal y el déficit se financia con deuda. Decir que hemos financiado con deuda los subsidios de combustibles es una realidad dolorosa. Hoy pagamos $4.000 millones (M) anuales de intereses y más del 80 % encuentran su causa en no haber enfrentado a tiempo este subsidio que por años llegó a un destinatario inadecuado. Por eso hablar de focalización es correcto. Que le llegue al que debe recibirlo, graficado en los usuarios de transporte público.

En 2007 con un WTI de $72 se perdían, al comercializar localmente combustibles importados, $531M en gas, $288M en nafta y USD 607M en diésel. El año anterior, con un menor precio del crudo ($67) se perdían $525M, $175M y $955M respectivamente. El pico de pérdidas ocurrió con precios del crudo cercanos a $100 por ejemplo en 2014; los tamaños de las pérdidas eran $1.374M en nafta y $1.984M en diésel.

Si les importara verdaderamente el país, los que hoy lanzan piedras deberían estar conversando sobre el tamaño de las compensaciones para los transportistas para no afectar el precio de los pasajes.