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¿Lotería de árbitros?

"Basta que los centros de arbitraje modernicen sus reglamentos o que los abogados, que asesoran a las partes en la negociación de los contratos, sean más cuidadosos..."

El pasado lunes el Instituto Ecuatoriano de Arbitraje lanzó un nuevo número de su revista, con importantes estudios académicos, y aprovechó para armar un panel sobre la necesidad de reformar la Ley de Arbitraje de 1997, para dar mayor flexibilidad a este sistema de solución de disputas, que para algunos -erradamente- funciona solo como calco del formalista sistema judicial, con la única variante de que en vez de jueces estatales es conducido por jueces “privados”.

Es verdad que hay aspectos de la vieja ley de 1997 a reformar. Por ejemplo, aquello de que el arbitraje deba empezar con una “demanda completa” -como los procesos judiciales- pese a la realidad de que al presentarla no hay aún tribunal constituido. Hay, en este punto, que igualarse con los más modernos sistemas, en los que el arbitraje se inicia con una “solicitud” más bien simple, que sirve de punto de partida a la formación del tribunal arbitral, de modo que recién cuando este ya esté constituido la demanda “completa”, y su contestación, se presentan, en el calendario acordado por las partes.

Pero hay otros aspectos que no requieren de reforma legal. Basta que los centros de arbitraje modernicen sus reglamentos o que los abogados, que asesoran a las partes en la negociación de los contratos, sean más cuidadosos en la preparación de los acuerdos para arbitrar.

Tema clave es la forma de selección de los árbitros. Según la ley de 1997, si las partes no llegan a un acuerdo debe hacerse un sorteo entre las personas incluidas en la lista de árbitros del respectivo centro. Lotería perversa, pues no siempre los sorteados tienen especialización para la concreta disputa -muchas veces compleja- a resolver. Pero en el pacto de arbitraje las partes pueden diseñar algo distinto. Por ejemplo, que cada una designe a un árbitro y entre estos al tercero, e incluso que de no producirse este último acuerdo sea el centro de arbitraje directamente, sin sorteo, el que lo haga, tomando así la responsabilidad y no delegándola a la “suerte”.

Hay reformas que hacer, sí. Pero también los abogados tenemos tareas.