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Inútil caza de citas

Avatar del Eduardo Carmigniani

Refleja preocupación por la insolencia con que se deciden asuntos, de un plumazo, sin explicación alguna.

Luego de recordar que “la legitimidad de las decisiones estatales no depende solo de quién las toma, sino también del porqué se lo hace”, y que “todo órgano del poder público tiene no solo el deber de ceñir sus actos a las competencias y procedimientos jurídicamente establecidos (legitimidad formal), sino también el deber de motivar dichos actos, es decir, de fundamentarlos racionalmente (legitimidad material)”, la Corte Constitucional, en reciente sentencia del 20 de octubre de 2021 (caso 1158-17-EP/21, juez ponente, Lozada), dejó sin efecto el llamado “test de motivación” (establecido por la antigua Corte para analizar si una decisión estaba correctamente motivada). En su lugar fijó un “criterio rector” para revisar, caso a caso, si existe la motivación mínima (o suficiente) que exige la Constitución.

Ese criterio rector es que haya una “argumentación jurídica suficiente”, que requiere dos elementos: “(i) una fundamentación normativa suficiente, y (ii) una fundamentación fáctica suficiente”.

Respecto de lo primero la Corte identificó uno de los problemas más severos que existen en el paisito: la arraigadísima costumbre de fingir motivar, copiando artículos enteros de leyes, caza de citas inconexa que solo engrosa el documento, pero que generalmente no tiene relación alguna con el tema a decidir. Para la Corte, “[l]a motivación no puede limitarse a citar normas y menos a la mera enunciación inconexa o dispersa de normas jurídicas, sino que debe entrañar un razonamiento relativo a la interpretación y aplicación del Derecho en las que se funda la resolución del caso”.

La Corte dispuso que el Consejo de la Judicatura difunda esa sentencia a todos los jueces, fiscales, defensores públicos y abogados. También que incorpore de manera permanente en sus programas de capacitación el estudio de la motivación, y que ahí se la examine. Finalmente, que la Procuraduría del Estado la difunda a todos los abogados del Estado.

No parece mero autobombo. Refleja preocupación por la insolencia con que se deciden asuntos, de un plumazo, sin explicación alguna.