Eduardo Carmigniani | ‘Cercanía’ familiar por ley

La ley hizo lo contrario: incluyó -objetivamente, sin exigir ningún análisis- hasta a tíos abuelos
Hacía ver la semana anterior que la nueva ley contra el lavado de activos, que entrará en vigencia el próximo 29 de julio, absurdamente considera como asociado de una persona políticamente expuesta (PEP) a cualquier hijo de vecino, así -no es broma- ni conozca o hasta esté peleado con la PEP respectiva. Y eso conlleva una serie de controles reforzados al dizque asociado.
Puse de ejemplo a quien compra en bolsa acciones de una compañía, si la PEP también las tiene, sean pocas o muchas (lo que, por lo demás, es casi imposible de conocer pues se trata de información sometida a sigilo bursátil). Y ahora debo agregar que ni siquiera puede argüirse que esas bestialidades hubiesen sido copiadas de las recomendaciones del GAFI, fuente de inspiración de muchas otras partes de esa ley. Por el contrario, lo que la recomendación 12 del GAFI dice textualmente es que: “Los requisitos para todos los tipos de PEP deben aplicarse también a los miembros de la familia o asociados cercanos de dichas PEP”. Subrayo lo de cercanos.
Pero una evidentísima falta de compresión lectora hizo que los legisladores consideren como “cercano” a todo lo opuesto a lo que en español significa, pues la definición que escribieron en la ley incluye hasta a quienes pudieran ni conocerse, o incluso estar bronqueados a muerte. Pudiera incluir también hasta al hotel en el que se hospeda, o a la aerolínea en que viaja, la PEP del cuento.
Igual zoquetada pusieron para los familiares. La definición escrita en la ley incluye a todos los parientes de la PEP, hasta el cuarto grado de consanguinidad (primos hermanos o sobrinos nietos, por ejemplo) y segundo de afinidad (el nieto o el abuelo del cónyuge respectivo). La recomendación 12 del GAFI, ya referida, exige además del parentesco una condición que solo puede surgir de la realidad: que los miembros de la familia sean cercanos. Y la cercanía únicamente puede verificarse con análisis caso o caso. La ley hizo lo contrario: incluyó -objetivamente, sin exigir ningún análisis- hasta a tíos abuelos. Eso es exagerado pues desconoce que entre esos familiares (y hasta entre hermanos para ser francos) puede haber, y muchas veces hay, grandes distanciamientos (es decir exactamente lo opuesto a ser cercano).
La irracionalidad fluye a borbotones. Que alguien, por su cuenta, acepte un alto cargo público o político, no puede conllevar que automáticamente todos sus parientes -sin cercanía alguna- resulten ser “familiares” de PEP. Sin saber leer ni escribir.