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Violencia política de género

Avatar del Diana Acosta

El presidente, como líder de su partido, debe poner orden casa adentro y tomar sanciones ejemplificadoras contra el irrespetuoso miembro de su organización que cometió el reprochable ataque

Son actos de violencia contra las mujeres en la vida política, tipificados en el Código de la Democracia, entre otros, “cualquier expresión que denigre a las mujeres en el ejercicio de sus funciones políticas, con base en estereotipos de género, con el objetivo o el resultado de menoscabar su imagen pública”.

Resulta intolerable que, en la casa de la democracia, siga existiendo violencia política de género, como la cometida por un asambleísta del oficialismo en contra de una legisladora, a la que pretendió denigrar diciéndole que “pasó del tubo a la curul”; pero es más condenable aún que las autoridades de la Asamblea, del CNE y de CREO no sancionen al infractor como manda la ley.

La Ley Electoral dispone que quienes incurran en “actos de violencia política de género” serán sancionados con multa, destitución y/o suspensión de sus derechos de participación desde dos hasta cuatro años.

No son suficientes las expresiones de la presidenta del Consejo Nacional Electoral respecto de su solidaridad ante la “violencia política pública que atraviesan varias asambleístas”. Las mujeres no queremos la solidaridad de las autoridades, sino la aplicación de la ley, junto con una contundente sanción al infractor, para que los misóginos que quedan en la política ecuatoriana se lo piensen dos veces antes de cometer actos de violencia contra las mujeres.

Nosotras, también nos queremos vivas en la vida política y no que nos aniquilen con este tipo de violencia, que tiene como consecuencia ahuyentar a las mujeres del servicio público, volviendo tortuosa la tan ansiada paridad entre hombres y mujeres, en la mancillada política ecuatoriana.

En junio, el presidente se comprometió con ONU Mujeres a potenciar una serie de políticas públicas para erradicar la violencia de género y en su campaña prometió ponerle fin a la violencia contra las mujeres. El presidente, como líder de su partido, debe poner orden casa adentro y tomar sanciones ejemplificadoras contra el irrespetuoso miembro de su organización que cometió el reprochable ataque.