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Es hora de armarnos

En vista de que el Gobierno nos tiene desamparados, digo: ¡sí al porte de armas debidamente regulado!, como medida disuasiva y de protección contra la delincuencia.

Los secuestros, crímenes y asaltos se adueñan a diario de gran parte de los titulares de los medios de comunicación. No es simple percepción, el Ecuador está atravesando una avasalladora crisis delincuencial. La responsabilidad de su control recae en el Gobierno, la Asamblea y el sistema judicial de nuestro país.

No hay lugar seguro donde podamos estar tranquilos, sin el temor a que nos asalten, secuestren o maten.

Indigna ver en los noticieros cómo asesinan a personas honestas por defender lo ganado con esfuerzo, acabando en un segundo con los sueños, proyectos y la paz familiar. Lo más lamentable es que cuando los atrapan nos enteramos que cuentan con un amplio y largo historial delictivo y nos preguntamos, ¿por qué están sueltos? ¿Quién los libera para ponernos en sus manos? Nuestro sistema judicial le entrega demasiadas prebendas a esta lacra, que luego las usa a su favor para volver, cuanto antes, a cometer sus fechorías.

Los culpables de este tsunami delincuencial aterrador son varios: el Gobierno, que no toma medidas inmediatas y urgentes con el apoyo de todas las fuerzas de seguridad de la nación; la Asamblea, que no aprueba las leyes que ayuden a combatir la delincuencia, endureciendo las penas para que estos criminales se lo piensen dos veces antes de delinquir; y la Justicia, que los deja libres con facilidad pasmosa.

Pero hasta que se den las medidas correctivas necesarias para sofocar este flagelo, las autoridades deberían permitir, mediante reformas legales urgentes, que los ciudadanos de bien nos auto protejamos. Es discriminatorio que el permiso de porte de armas sea solo dirigido a determinadas personas naturales en virtud de la actividad a la que se dedican, como por ejemplo a los ganaderos, cuando somos todos los que vivimos en este país quienes padecemos por la inseguridad reinante.

En vista de que el Gobierno nos tiene desamparados, digo: ¡sí al porte de armas debidamente regulado!, como medida disuasiva y de protección contra la delincuencia. No es justo que solo los delincuentes anden bien armados. Es hora de armarnos.