Jaime Izurieta | Una mirada fresca, 10 años después
Nada de esto es una hazaña de los políticos
Muchas cosas han pasado desde que salí del Ecuador. Correa aún reinaba y la ilusión de desarrollo de la ‘revolución’ ciudadana era todavía palpable. Las ciudades estaban a horcajadas entre los avances tecnológicos y de gobernanza que había traído Correa, y la gestión eficiente, al menos en intención, de los alcaldes ‘opositores’.
Al retornar casi 10 años después es posible juzgar el legado de ambos en la ciudad.
A pesar de las noticias, de las historias y de las advertencias, la calle está llena de gente. Pasean, compran, ríen, se sientan en mesas en las veredas y descansan en los parques. Se siente un dinamismo que no se respiraba hace 10 años.
Hay calles enteras ocupadas por actividad comercial. Ecuador es uno de los países con mayor nivel de emprendimiento en América, y a pesar de que un enorme porcentaje de empresas cierran antes del primer año, se ve una intencionalidad mayor, con mejor diseño, mejor presentación, y una oferta más estructurada.
La clase media ha crecido y emprende con éxito, lo cual denota que existe mucha más inclusión al momento de escoger con quién hacer negocios. Este punto es uno de los más positivos. La expansión del comercio y del intercambio voluntario es uno de los predictores más importantes de convivencia pacífica.
Nada de esto es una hazaña de los políticos. La gestión paupérrima de la ciudad y de la economía han facilitado un crecimiento mucho más orgánico de lo que a los planificadores les gustaría, con edificios abandonados a medio construir junto a locales comerciales con negocios de alto nivel, junto a pequeños comerciantes, tiendas, y vendedores ambulantes, con letreros, publicidad y patrones de ocupación del espacio público que evaden cualquier norma, pero crean espacios profundamente humanos y dinámicos.
Es, casi, como que el declive de la capacidad gubernamental de imponer el cumplimiento de reglas ha permitido que florezca una ciudad genuinamente emprendedora, feliz, mucho más grata y acogedora de lo que era en tiempos en que el gobierno se consolidaba como el motor económico del país.