Jaime Izurieta Varea | El legado invisible de Rodrigo Borja
¿Tendremos en el futuro la humildad para recuperar las estructuras que funcionaron bien en el pasado?
El año que termina se ha llevado al Dr. Rodrigo Borja Cevallos, expresidente de la República y uno de los pensadores políticos más importantes de los últimos cincuenta años. Su legado seguramente le será recordado al país por la mayoría de medios y opiniones. Yo quisiera enfocarme en un área donde el impacto del Dr. Borja quizás es menos reconocido.
Como parte de su activismo político, organizó su partido, la Izquierda Democrática. Uno de los líderes originales fue siempre su fiel compañero, el Dr. Andrés Vallejo. Y aquí es donde el inmenso legado del Dr. Borja se siente en la gestión urbana.
Andrés Vallejo, formado en esa cantera de cuadros que fue la ID original, entendió junto a Paco Moncayo que la gestión urbana no es ideológica sino gerencial. De esa dupla nació uno de los inventos más brillantes de la gestión municipal: la Corporación.
Aprovechando una grieta de sensatez en la legislación de la época, crearon entidades como la gratamente recordada Vida para Quito, que se financiaba con donaciones directas del impuesto a la renta. Esa estructura permitió una enorme agilidad en la administración pública, y logró realizar obras de infraestructura de un calibre y calidad que avergüenzan a las chapuzas revolucionarias de la década posterior.
Poco se habla actualmente de la necesidad de recuperar esas herramientas. De esos años proceden no solo Vida para Quito, sino otras como ConQuito, la Corporación de Desarrollo Económico, Corposeguridad, que integraba recursos privados para la seguridad ciudadana, o Quito Turismo, que promocionaba la ciudad al mundo de manera visionaria.
Entre los muchos aciertos, y también errores, de esa generación de la cual Rodrigo Borja fue uno de los más grandes exponentes, nos quedan la curiosidad, la voluntad de encontrar alternativas, y la fortaleza para crear estructuras que permitieron una eficiencia en la gestión pública nunca más vista. ¿Tendremos en el futuro la humildad para recuperar las estructuras que funcionaron bien en el pasado?