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Treinta años del Mercado Común del Sur

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"El Mercosur es una plataforma para que nuestros países se proyecten al resto del mundo. Por ello, hemos construido un área de libre comercio con la mayor parte de los países de América Latina, incluyendo el Ecuador..."

Este año el Mercado Común del Sur (Mercosur) cumple treinta años desde su fundación, plasmada en la firma del Tratado de Asunción en 1991. El Mercosur es un logro histórico de los países que lo conformamos, que nos ha permitido avanzar desde una lógica de rivalidad hacia una de cooperación.

El bloque nació en un clima de retorno a la democracia en América Latina y desde un principio nuestros países lo entendieron como una herramienta central de cooperación regional para dejar atrás el peligro de las dictaduras y los gobiernos de facto. Nuestros gobiernos entendieron que la eliminación de barreras en nuestra región sería importante para mejorar nuestro bienestar económico y también para la construcción de confianza mutua.

La cooperación dentro del Mercosur se extendió a numerosos ámbitos: la cultura, la educación, la ciencia y la tecnología, la defensa, el desarrollo energético, la construcción de una ciudadanía común, la coordinación de políticas sociales y económicas, etc.

En 1991 creamos una zona de libre comercio para que nuestros bienes y servicios circulen sin restricciones -lo cual permitió que nuestro comercio mutuo creciera vigorosamente-, y un arancel externo común que permite administrar el intercambio con el resto del mundo. El Mercosur es una plataforma para que nuestros países se proyecten al resto del mundo. Por ello, hemos construido un área de libre comercio con la mayor parte de los países de América Latina, incluyendo el Ecuador, y negociado también acuerdos con Europa, Israel, Egipto, India, los países del sur de África, entre otros.

En 2004 creamos el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur, volcando más de US$ 1.000 millones en préstamos no reembolsables para proyectos, entre otros, de infraestructura y desarrollo productivo.

En materia de salud pública, la coordinación ha sido siempre importante, y más aún durante la actual pandemia de COVID-19. Nuestros ciudadanos pueden también radicarse en otro país del bloque y trabajar libremente de manera fácil, algo que no es común en el resto del mundo.

Como siempre sucede, no todas las expectativas que la creación del bloque generó pudieron ser cumplidas, queda aún mucho por hacer en el desarrollo de políticas conjuntas que sirvan para distribuir equitativamente los beneficios de la integración.

El Mercosur es el instrumento de política exterior más relevante de los últimos treinta años para nuestros países, una política de Estado que se ha preservado más allá de los cambios de gobierno. En estos treinta años hemos logrado muchas coincidencias: el compromiso con la democracia como una condición fundamental para la vida de nuestros pueblos; el respeto por los derechos humanos como un valor esencial e irrenunciable para la convivencia; el reconocimiento de nuestra diversidad; la coordinación de nuestras políticas de crecimiento para integrar nuestras estructuras productivas.

Frente a los desafíos e incertidumbres que plantea el actual contexto internacional, no tenemos dudas de que la integración de nuestros países seguirá siendo el mejor camino para impulsar nuestro desarrollo, preservar nuestra soberanía y promover el bienestar de nuestros pueblos. Todo poder es débil, a menos que permanezca unido.