Premium

Nicholas Reed Langen: El juicio final de la democracia

Avatar del Columna Internacional

El derecho y los tribunales han estado entrelazados con la vida política estadounidense casi desde la fundación del país

Un día tras otro, semana tras semana, el frente de batalla para proteger a la democracia de los populistas y autoritarios se desplaza cada vez más hacia los tribunales. En Estados Unidos, la Corte Suprema escuchó las deposiciones sobre un fallo del tribunal superior de Colorado, que dispuso que Donald Trump no cumple los requisitos para figurar en la boleta estatal de las elecciones presidenciales debido al papel que desempeñó en la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio estadounidense. Y un tribunal de apelaciones se pronunció en contra del reclamo de Trump, quien afirma que los presidentes cuentan con inmunidad por lo que hayan hecho en el cargo. Además, un tribunal estatal de Nueva York le impuso recientemente una multa de $ 354 millones por fraude financiero, que se suman a los $ 83 millones otorgados por el jurado en un caso en el que Trump fue acusado de difamar a una mujer que le había ganado un juicio por agresión sexual, y de prohibirle ocupar altos cargos en empresas con sede en Nueva York durante los próximos tres años. Esos dos dictámenes probablemente lo dejen casi sin efectivo. Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, el gobierno conservador del Reino Unido ha estado intentando que se apruebe una ley de reubicación de inmigrantes que procura eludir un dictamen de la Corte Suprema que anuló leyes similares. En Israel, el tribunal superior de ese país revocó una enmienda a una Ley Fundamental que hubiera limitado su propia autonomía. Y el tribunal constitucional Federal de Alemania dictaminó recientemente que se puede negar financiamiento público al partido Die Heimat, antidemocrático y de extrema derecha, lo que llevó a especular con la posibilidad de que considere un caso similar relacionado con el partido Alternativa para Alemania (AfD, por su sigla en alemán), cada vez más popular. El caso de la Corte Suprema de EE. UU. sobre los requisitos de la boleta electoral puede llegar a ser uno de los más importantes en la historia de ese país. Después del veredicto de la Corte Suprema de Colorado que prohíbe a Trump ocupar altos cargos por la insurrección del 6 de enero, se tornó inevitable la intervención del tribunal superior. Aceptaron el caso, y ahora deben decidir si bloquearán el regreso de Trump a la presidencia, sabiendo que prometió desatar “el caos” si se pronuncian en su contra. Pero aunque los seguidores de Trump causen desórdenes, el sistema democrático estadounidense -diseñado para disuadir a los demagogos- se habrá mantenido en pie. Por el contrario, si los jueces anulan la decisión de Colorado, algo que parece probable, es posible que el futuro de la democracia estadounidense quede en manos de un puñado de votantes en los estados pendulares clave. La política populista ha generado cada vez más tensiones en el orden constitucional de muchos países. Para sobrevivir a este período de ataques populistas al orden democrático, los tribunales tendrán que abrazar el papel que les corresponde como árbitros de la justicia. Saben que sus decisiones no pueden depender de los caprichos emocionales de un Trump o un Boris Johnson, sino que deben guiarse por la razón, los precedentes y el derecho. En una época con presiones populistas cada vez mayores, es probable que la aparente falta de necesidad de rendir cuentas del poder judicial resulte ser una de sus fortalezas fundamentales en vez de una debilidad... tal vez se haya convertido en el garante de última instancia del orden democrático constitucional.