Columnas

Demasiados frentes

´...sacan un mamotreto de informe que más se asemeja a panfleto, queriendo, al mero estilo de su gran patriarca asilado en el ático, ubicar fantasmas donde no los hay’.

Finalmente, frente a las movilizaciones, el Gobierno parece mover sus fichas con fría y calculada estrategia; poco a poco se va ubicando y avanza posiciones, inicia diálogos más abiertos, cede, recula y sigue. Atrás quedó la (fallida) marcha de octubre, las calles se enfriaron (en movilizaciones, no en crímenes). La exigencia de las protestas se mantiene, bajar el costo del combustible; el Gobierno se mantiene firme. Con gran destreza libera a uno de ellos para sumar, dividir y vencer, cede en su discurso, acepta revisar, gana tiempo; nuevamente los diálogos surten efecto.

Aunque intenta anticiparse a los acontecimientos, por momentos da la impresión de que solo va apagando incendios cuando estos no cesan de encenderse y propagarse por doquier.

Las cárceles arden, las calles, enfriadas de marchas, crepitan en sicariatos, ni siquiera los radares recién inaugurados logran escapar del fuego cruzado de la narcodelincuencia. No se ve en el ámbito de la seguridad nacional una estrategia clara; el control de las cárceles se encuentra lejos de estar en manos del Estado, y lejos de ser centros de rehabilitación, son centros de operaciones del crimen organizado desde donde orquestan sus golpes.

En la Asamblea se abrió la caja de Pandora; de una filtración de documentos realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, los legisladores de la Comisión de Garantías Constitucionales sacan un mamotreto de informe que más se asemeja a panfleto, queriendo, al mero estilo de su gran patriarca asilado en el ático, ubicar fantasmas donde no los hay. Creyendo que pueden repetir la patraña del 30S, ahora inventan una de conmoción social torciendo los renglones para crear una narrativa que ubique al país al borde del colapso político; la destitución ilegítima de un presidente no es cosa de juego, pero para ellos todo lo es, todo vale. Poco les importa el efecto devastador que podría causar semejante barbaridad, como poco les importó el efecto devastador de sus políticas de gasto mórbido como medio para llenar sus bolsillos.

Mientras dicha comisión juega a crear realidades alternativas, el Gobierno envía la ley, ya dividida, de reformas tributarias en la que insiste en meter las manos en los bolsillos de todos. La consigna “el que más tiene más paga” queda solo para el eslogan, pues la carga afecta a todos menos a quien en realidad más tiene, el Estado, el que menos esfuerzo viene haciendo por reducir sus descontrolados gastos, el que gasta más allá de sus ingresos y cubre sus déficits con el bolsillo de los privados vía impuestos o préstamos que pagarán nuestros hijos y nietos.

El gasto desmedido, mórbido y abusivo de gobiernos pasados se incrementa ahora en el presupuesto 2022. Este gasto sigue siendo financiado por el pueblo a través de los impuestos que asfixian a las empresas, de impuestos temporales a empresas y empresarios y ahora a través de las limitaciones de exenciones; toda esta carga impositiva repercute directa o indirectamente en los precios de los productos que todos consumimos.

La visión keynesiana es una receta al despilfarro, al descontrol e inevitablemente al fracaso. No puede ser siempre la salida “arrimemos el hombro”, es hora de que el Estado se ajuste los cinturones y entre a régimen.