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Estrategias para el lado positivo de la COVID

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"Es momento de fijar tendencias y condiciones que moldearán nuestra sociedad y economía para mejor a largo plazo"

Las tragedias humanas y enormes trastornos económicos causados por la COVID-19 han captado la atención de los responsables de las políticas y el público durante seis meses, y debieran seguir haciéndolo. Pero mientras gestionamos la crisis inmediata no debemos perder de vista las oportunidades. Para las empresas, gobiernos, hogares e instituciones multilaterales que transitan este período de gran desasosiego, la tarea básica es superar los trastornos generados por la pandemia en formas que enfaticen los aspectos positivos. Es momento de fijar tendencias y condiciones que moldearán nuestra sociedad y economía para mejor a largo plazo. Con este objetivo veo seis aspectos positivos. 

  1. Transitamos uno de los períodos más emocionantes y prometedores en cuanto a invenciones e innovaciones médicas, y aunque el foco inmediato está puesto en las vacunas y terapias contra la COVID-19, podemos esperar que las investigaciones en curso produzcan innumerables descubrimientos adicionales, con beneficios significativos y duraderos. La crisis nos obliga a enfre temas complejos relacionados con precio y distribución de medicamentos a nivel nacional y mundial; una gama de desigualdades sociales y de otro tipo cuyo empeoramiento no impedimos. 
  2. Una mayor colaboración transfronteriza en el sector privado está alimentando este proceso de grandes avances científicos. Los científicos de todo el mundo comparten información como nunca antes y la colaboración entre empresas farmacéuticas no tiene precedentes. Estos esfuerzos colectivos demuestran que este instrumento de desarrollo efectivamente puede ser «ganar-ganar» cuando se enfoca adecuadamente y el alineamiento es claro.
  3. Los trastornos económicos han fomentado múltiples esfuerzos en el sector privado para obtener y analizar una gama más amplia de datos de alta frecuencia, más allá de la medicina: movilidad (geolocalización de teléfonos inteligentes), consumo eléctrico y tráfico minorista, uso de tarjetas de crédito y reservas en restaurantes. Estos indicadores complementan las estadísticas oficiales de los gobiernos y proporcionan un considerable campo para ejercicios de comparación y contraste que pueden mejorar la calidad y relevancia para las políticas de las tareas de recopilación de datos. 
  4. El impacto de la COVID-19 aumentó nuestra conciencia y sensibilidad colectivas a los riesgos de eventos excepcionales (con baja probabilidad y alto impacto). En el caso del cambio climático, la brusca reducción de emisiones perjudiciales durante la crisis proporcionó evidencia clara sobre la existencia de alternativas. Y ahora se acepta que los gobiernos tienen un papel importante para asegurar una recuperación duradera e inclusiva. Queda abierta la puerta para una mayor inversión pública en mitigación y adaptación climáticas, y un creciente coro exige que la nueva normalidad sea «ecológica». 
  5. La pandemia obligó a los países a implementar «experimentos naturales» que arrojaron luz sobre innumerables cuestiones. Los sistemas de gobierno y los modos de liderazgo quedaron bajo la lupa, la responsabilidad corporativa también. Y quedó claro que la cooperación multinacional es deficiente, lo que aumenta los riesgos para todos. 
  6. La crisis obligó a muchas empresas a mantener conversaciones sinceras sobre el equilibrio entre trabajo y vida personal, y a diseñar soluciones innovadoras para sus empleados. La pandemia duró mucho más de lo esperado y sigue dejando tragedia y destrucción. Pero ese es un motivo mayor aún para aprovechar al máximo nuestra respuesta colectiva.