Columnas

Veto presidencial

El ejercicio de la tolerancia es uno de los pilares de esa cultura laica, que nos exige aceptar las creencias de los demás y el sentir de la mayoría de los ecuatorianos’.

El columnista invitado RA del Diario Expreso incurre en algunas contradicciones al referirse al texto aprobado del nuevo Código de Salud. De no refutárselas, se podría crear la sensación de que las aceptamos y nos adherimos a ellas.

Comencemos por señalar que la insinuación de aplicar únicamente principios dictados por una cultura laica, olvida que el primer paso de tal concepción consiste en respetar la libertad de pensamiento de los demás.

Ignora deliberadamente, que la gran mayoría de la población rige su vida por principios morales y sus creencias religiosas, y que trata de ordenar su vida personal y familiar según las luces de esos principios, especialmente los relacionados al respeto por la vida y el origen divino de nuestra existencia.

El ejercicio de la tolerancia es uno de los pilares de esa cultura laica, que nos exige aceptar las creencias de los demás y el sentir de la mayoría de los ecuatorianos. La negación de que la vida humana empieza en la concepción, lo atribuye a una mera confusión, y “es en sí misma, una creencia religiosa”. Por el contrario, la ciencia afirma, que la concepción genera una vida distinta, en todas las especies, precisamente desde el momento mismo de ella; es el inicio, el despertar de un ser diferente, independiente de su padre y de su madre. La nueva vida es reconocible desde ese mismo instante, incluso los latidos del corazón del nuevo ser, son audibles desde muy temprano en la gestación, desde la cuarta semana del proceso de embarazo.

Pontificar que la eliminación del niño todavía no nacido es como extirpar un tumor, un asunto de profilaxis, y que, al minuto siguiente del parto, ahí recién sería un crimen, un infanticidio, es un error craso, que raya en ignorancia extrema. El parto no es un “paso mágico”, la vida existe desde la concepción misma y no después o tardíamente, menos recién desde el parto. Esa es una afirmación, no sustentada por la ciencia, inconcebible bajo cualquier tipo de análisis o ideología. El no nato es un ser vivo, que existe desde la concepción y no recién después de nacer.

La Constitución, que nos rige como ley suprema, mientras no sea substituida o enmendada, seguirá protegiendo la vida humana desde la concepción. Una cultura laica ¿podrá declararla inoperante con apenas una opinión periodística o una equivocada interpretación de la ley o de la existencia de la vida misma?

Considerar que el futuro impondrá, al impulso de los jóvenes actuales, un tratamiento de tipo progresista para estos temas y que la realidad social actual se impone, por encima de las leyes y de la Constitución, es una visión equivocada y decadente. ¿No habrá visto los sondeos de opinión que transparentan el sentir opuesto y contrario, de la gran mayoría, en torno a la vida y la familia?

El presidente Moreno, sensible a las creencias y opiniones de su pueblo, debe vetar todos aquellos artículos que lesionan el respeto a la vida, nuestras tradiciones y el orden social. La defensa de la vida y la familia, está por sobre todas las demás consideraciones.