Ragnar Sass | La era de la guerra robótica ya está aquí

Es un conflicto entre dos sistemas autónomos que intentan aventajar al otro en inteligencia en tiempo real
La guerra de Rusia contra Ucrania se ha transformado en un conflicto tecnológico a gran escala, donde drones provocan entre el 70 y el 80 % de las bajas. A más de tres años del inicio, es un juego constante de gato y ratón: cada nuevo sistema de armamento brinda una breve ventaja antes de que el otro bando desarrolle contramedidas. Estamos ante el inicio de la era de la guerra robótica, con avances visibles en aire, tierra y mar. En Ucrania, el desarrollo tecnológico militar más veloz del mundo ocurre en garajes, sótanos y fábricas, donde pequeños equipos crean drones e interceptores. Muchos trabajan sin descanso desde 2022. Los nuevos modelos se prueban de inmediato en el frente, y los comentarios del campo de batalla inician un nuevo ciclo de mejora. Algunos desarrolladores incluso entregan sus productos directamente en zonas de combate. Rusia también acelera su maquinaria bélica: muchas fábricas operan 24/7. El 9 de julio lanzó 728 drones Shahed en un solo día, y a fin de mes superaba los 6.200 lanzamientos. En respuesta, empresas ucranianas desarrollaron drones interceptores con inteligencia artificial, capaces de identificar y destruir Shahed. En sus mejores noches, alcanzan un 70 % de éxito, pero evolucionan. Cuando Ucrania usó ametralladoras antiaéreas, los drones comenzaron a volar a más de tres km. Luego, Rusia introdujo un Shahed con motor de reacción que vuela a 700 km/h. Algunos modelos hoy tienen cámaras térmicas, procesadores avanzados y pueden coordinarse para volar en enjambre, maniobrando para evadir interceptores. Es la primera guerra entre sistemas autónomos que buscan superarse en inteligencia en tiempo real. En tierra, también hay avances. Drones con tecnología FPV, conectados por fibra óptica para evitar interferencias, atacan a distancias de hasta 30 km. Además, ambos bandos usan ‘drones dormidos’ que esperan horas hasta detectar un objetivo. Los vehículos terrestres no tripulados se usan cada vez más para logística, evacuaciones, plantado de minas y ataques. Ucrania parece liderar en este frente. En julio, su 3.ª Brigada de Asalto ejecutó una operación completamente autónoma en el óblast de Járkiv, combinando drones y robots terrestres sin participación directa de soldados ucranianos. Ucrania también ha expulsado buques rusos del Mar Negro con vehículos marinos no tripulados. El 31 de diciembre de 2024, un bote Magura V5 derribó un helicóptero Mi-8 con un misil tierra-aire, el primer caso de derribo de una aeronave tripulada por un vehículo no tripulado. Algunos botes ahora actúan como plataformas de lanzamiento o repetidores de señal para drones más pequeños, ampliando alcance y efectividad. Estos no son hechos aislados, sino la evidencia de una nueva era bélica, donde los sistemas autónomos son claves para el éxito. Las principales unidades de drones ucranianas funcionan como startups altamente eficientes. Algunas brigadas tienen más de 70 arquitectos de datos que procesan inteligencia en tiempo real, con ciclos de adaptación más rápidos que los de ejércitos tradicionales. Un actor destacado es Swift Beat, empresa del ex CEO de Google Eric Schmidt. Planea entregar cientos de miles de drones y ya desarrolla sistemas para interceptar misiles balísticos. Pero muchas innovaciones provienen de voluntarios y de la sociedad civil. Estas capacidades explican cómo Ucrania ha resistido a una superpotencia. La guerra robótica ya llegó, y Ucrania está escribiendo su manual.