Jorge G. Castañeda | Cómo afectan a América Latina las políticas de Trump

Al parecer, el gobierno chino ha frenado una presunta concesión panameña (la venta de dos puertos de propiedad china)
Pese al nombramiento de un hispano (Marco Rubio) como secretario de Estado de los Estados Unidos, América Latina no ha tenido un lugar destacado en la política exterior y comercial del presidente Donald Trump durante sus primeros cien días de gobierno. La región no se ha librado de las consecuencias de sus polémicas decisiones en política migratoria, comercial, exterior o contra el narcotráfico. Y peor aún, todo indica que las turbulencias continuarán. En ningún país latinoamericano se ha sentido con tanta intensidad el regreso de Trump a la Casa Blanca como en México. Sin embargo, muchas de sus amenazas más extremas (por ejemplo la deportación masiva de mexicanos y otros inmigrantes) no se han materializado. Esto se debe en parte a que la cantidad de personas que entran a EE.UU. sin papeles (una categoría que incluía a muchos de los deportados durante la presidencia de Joe Biden) es mucho menor que antes; y en parte a que encontrar y expulsar a extranjeros indocumentados es una pesadilla logística. Por eso los numerosos albergues que preparó a toda prisa el gobierno mexicano para los deportados siguen en general vacíos (puede cambiar en el futuro). Tampoco han prosperado las medidas que prometió Trump contra los cárteles narcotraficantes mexicanos. Aunque designó a algunos como organizaciones terroristas extranjeras, lo que permite a su gobierno imponer sanciones económicas y emprender acciones militares contra esos grupos, no ha llegado a poner en práctica esas medidas. Las incursiones con drones y aviones espía en espacio aéreo mexicano han aumentado, pero ya ocurrían durante la presidencia de Biden. En cuanto al comercio internacional, México sigue sujeto a un arancel del 25% a todas las exportaciones no cubiertas por el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (el objetivo presunto es combatir el tráfico de fentanilo y la inmigración ilegal) y a un arancel de 25% sobre el acero, aluminio, automóviles y autopartes. Tal vez a otros países les esté yendo peor, pero México no es inmune a la guerra comercial de Trump. No obstante, el hecho más importante es la cooperación de muchos países centroamericanos con el gobierno estadounidense en materia migratoria. Hasta ahora las deportaciones han sido relativamente pocas, pero pueden aumentar en cualquier momento. A Panamá le ha ido peor; se convirtió en campo de batalla de la rivalidad sinoestadounidense y Trump quiere recuperar el Canal de Panamá; nadie sabe lo que está dispuesto a hacer para lograrlo. También tiene en la mira a Venezuela y Cuba. Se rumorea que sus negociadores han llegado a un acuerdo con la oposición venezolana: a cambio de derrocar a Maduro, EE.UU. recibiría acceso irrestricto a las inmensas reservas de petróleo de Venezuela (ello no ha sido corroborado). En cualquier caso, es improbable que Trump y Rubio moderen su estrategia agresiva, incluso si endurecer las sanciones aumenta la cantidad de venezolanos que huyen de su país. Y tal vez Washington refuerce el embargo económico a Cuba, restringiendo aún más los viajes y envíos de remesas. Si impone sanciones secundarias (como a Venezuela), el resultado para los cubanos será más pobreza y desesperación. Aunque la atención de Trump esté en otro lugar, los países latinoamericanos no son inmunes a las consecuencias de sus decisiones. El creciente conflicto sinoestadounidense, la amenaza de que la incipiente guerra comercial provoque recesión global y el debilitamiento de instituciones internacionales tendrán amplias consecuencias para la región, incluidos los países que se han mantenido fuera del radar del presidente estadounidense.