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Claudia Tobar Cordovez | La conversación más importante de tu vida

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La buena noticia es que podemos aprender a tener conversaciones diferentes con ese diálogo interno

No existe sensación más grata que disfrutar de una buena conversación con alguien. Una conversación entretiene, nutre, educa y provoca reflexión.

Todos tenemos una persona con la que mantendremos la charla más larga y profunda de nuestras vidas: nosotros mismos. El diálogo interno es esa conversación que tenemos todo el tiempo con nuestra mente. La calidad de esa conversación determina todo en tu vida: tu estado de ánimo, tu autoestima, tus relaciones con los demás e incluso tu salud.

Como dijo García Márquez: “La vida no es como uno la vivió, sino como uno la recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Resulta que nuestro cerebro no es muy bueno para distinguir la fantasía de la realidad, y cuando imaginamos algo se activan casi las mismas áreas cerebrales que cuando realmente está ocurriendo. Este mecanismo es responsable de la creatividad, la imaginación y la capacidad de proyectar el futuro; pero también de más del 90 % de nuestras ansiedades y miedos.

La buena noticia es que podemos aprender a tener conversaciones diferentes con ese diálogo interno.

Las personas con personalidad ansiosa tienden a tener conversaciones fatalistas, llenas de inseguridad y miedo, que dominan sus pensamientos, acciones y decisiones, debilitando su calidad de vida. Existen, sin embargo, técnicas que ayudan a que esas conversaciones con la mente sean más productivas y menos dañinas. Alba Cardalda, en su libro Cómo dejar de ser tu peor enemigo, presenta una serie de guías para reducir los pensamientos intrusivos. Una de ellas es dejar de darle tanto poder a la aprobación de los demás. Solemos ser tan fieles a la imagen que queremos proyectar, que olvidamos el costo mental de intentar quedar bien todo el tiempo. Es desgastante vivir pensando en cómo nuestras acciones afectan a otros.

La calidad de nuestras conversaciones internas es esencial para nuestra salud mental. Entrenar a la mente para ser más compasivos, pacientes y dóciles no solo es posible, sino necesario.