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Las dos caras de la eficiencia

Avatar del César Febres-Cordero Loyola

Al final, mi mente aterriza en algún discurso político, y viendo cómo le sacan el jugo, me asusto y abro los ojos. 

En el Ecuador de la mediocridad y la corrupción, la “eficiencia” es una palabra tan dulce. Puedo cerrar mis ojos y casi recordar haberla visto escrita con coloridos marcadores o ‘espumafón’ en un acrónimo de esos que saben poner en las carteleras y pasillos escolares. Si dejo mi mente volar un poco más, la encuentro en la tinta olorosa de algún insípido folleto de una empresa nacional. Al final, mi mente aterriza en algún discurso político, y viendo cómo le sacan el jugo, me asusto y abro los ojos. Después de todo ese viaje me pregunto, ¿entendemos de verdad lo que es la eficiencia?

La eficiencia es más neutral de lo que usualmente creemos. Y se mide en resultados. Pero nada garantiza que esos resultados sean beneficiosos para la ciudadanía en general.

Es muy peligroso perseguir ese concepto, desde la educación de nuestros niños, sin enseñarles a preguntar quién decide sus objetivos y a quiénes benefician. Sin un pensamiento crítico, solo les estamos pidiendo a los estudiantes, trabajadores y emprendedores del país que acepten pasivamente todos los planes e intereses que los poderosos empaquetan dentro valores que parecen tan inofensivos.

La eficiencia regresa con más fuerza a nuestras puertas y no estamos preparados para sus trampas. Por un lado, con la apertura económica que busca el presidente Lasso, mucha riqueza puede venir al Ecuador. Nuestras empresas decrépitas y los carteles acostumbrados al proteccionismo van a enfrentarse a la necesidad de adaptarse o morir. Nuevas oportunidades nacerán y participaremos más de cerca de los ricos mercados globales.

Pero todas esas transformaciones van a dejar fuera del nuevo orden económico a muchísimas personas y comunidades honestas y trabajadoras. Si el Ecuador no está listo para ofrecerles nuevas competencias y oportunidades, ni para cuidar de sus derechos con una red de protección social, el estallido del populismo y las protestas estará a la vuelta de la esquina.

¿Estamos listos para el precio de la eficiencia? ¿Está claro si la eficiencia solo medirá sus resultados en las utilidades de unos pocos o en el crecimiento de todos?