Premium

César Febres-Cordero Loyola: ¿Tan pronto a las urnas?

Avatar del César Febres-Cordero Loyola

Si Carondelet piensa que los proyectos de ley bastan para hacer los cambios que les plazcan, ¿por qué ir por un referéndum?

El día de ayer, la Asamblea aprobó el proyecto de reforma parcial para permitir el establecimiento de bases militares extranjeras. Dentro y fuera del pleno, típicas escenas de nuestro folclor político se repitieron: el PSC diciendo que no les gusta el proyecto, pero votando a favor de todas formas; Pachakutik yéndose mayoritariamente con el Gobierno, provocando una respuesta molesta de la dirigencia con un comunicado lleno de dicterios y proclamas; abstenciones sospechosas por parte de algunos correístas; y, lo que nunca puede faltar, una serie de asaltos a la lengua castellana y al arte retórico propinados por parte de la sarta de iletrados que ocupan buena parte de las curules del sagrado recinto legislativo, bajo la mirada de las figuras torturadas y asustadas que ocupan el mural que preside el salón plenario.

Pero todo eso es lo de menos. Sería un desperdicio de tinta solo repetir lo que ha sido registrado en innumerables crónicas y lo seguirá siendo varias veces más en el futuro previsible. Lo realmente relevante en este momento es que, según mandan la Constitución y las leyes vigentes, si la Corte Constitucional aprueba el texto enviado por la Asamblea, para lo que tiene 20 días de plazo, el CNE tiene la obligación de convocar a un referéndum en máximo 45 días, por lo que iríamos otra vez a votar en cuestión de pocos meses. Justo después de una elección marcada por la fatiga de acudir constantemente a las urnas y en un contexto en el cual las votaciones son vistas más como un gasto excesivo que como una celebración de la democracia (y en eso algo de culpa tiene el oficialismo), es difícil entender la decisión del Gobierno de empujar esto para adelante.

Si es que en Carondelet piensan que los proyectos de ley bastarán para hacer los cambios que les plazcan, ¿por qué ir por un referéndum? Y si no es así (todavía no lo podemos saber, al menos no hasta que la Corte se pronuncie sobre las leyes de solidaridad e inteligencia), ¿por qué no esperar a tener un paquete entero de reformas que abarquen lo energético y lo laboral? Seguramente algo traman en Carondelet. Ojalá sea así, porque la alternativa es aterrorizante.