Columnas

Los polos de Ecuador

¿Cuándo podemos considerar si un llamado a paro nacional tiene o no éxito? ¿Cómo se define el éxito de una protesta y a qué se le atribuye?

Me lo pregunto porque, a estas alturas, en Ecuador no veo una forma sensata de calificar un paro como un éxito o un fracaso.

Es claro que venimos de años convulsos, de incertidumbre, de una crisis sanitaria mundial y su obligada paralización. Hemos salido de gobiernos que nos han dejado grietas enormes en lo social, en lo económico y en lo político y, de algún modo, siempre terminamos dando guerra en polos opuestos, pero: ¿acaso en un paro ganan los que menos bajas tienen?

Entiendo, respeto y comparto el derecho a la protesta y a la resistencia, tal como lo indican los artículos 37 y 98 de nuestra Constitución. Creo firmemente que la protesta fortalece y evidencia la democracia de los pueblos. Pero me queda la sensación de que hemos demostrado una incapacidad tremenda para el consenso, en la calle y en las redes sociales.

El argumento es el alza de los combustibles… sin embargo, Ecuador sigue siendo uno de los países latinoamericanos con los precios más bajos. Es cierto que más de la mitad de la población vive en la pobreza, pero no creo que cerrar las vías ayude a cambiar esa realidad.

Justo cuando estamos atravesando una crisis de violencia sin precedentes, se llama a protestas que traen consigo infiltrados que, por cualquier tendencia o interés, terminan generando más heridos o muertos.

No es que desconozco las realidades diversas del país. Pero sí noto una gran falta de voluntad para pensar nuevas maneras de resolver los problemas que nos tienen rotos. Necesitamos reactivarnos, necesitamos paz, necesitamos movilizarnos y recorrer el país con tranquilidad.

Que octubre no se convierta en sinónimo de convulsión y de quejas interesadas, en el mes de la amenaza y de la guerra sin sentido claro.

¿Qué conquista significativa podríamos alcanzar si en el campo y la ciudad dejamos de trabajar? Mejor pregúntese si existe otra vía para el gran acuerdo nacional que disminuya la distancia entre los polos de nuestro país.